Javier Franco, trasplantado de riñón hace tres años continuará, junto a Pedro Escabias y
Ángel Rodero, la aventura que iniciaron en abril del 2022, aunando deporte y solidaridad.
Bajo el lema “El trasplante es vida. DONA” están recorriendo los 1.200 km del Camino
de Levante entre Valencia y Santiago de Compostela, dando comienzo a este último tramo en Medina del Campo.
¿Cómo afronta este nuevo tramo?
El Camino de Santiago quiso que termináramos el tercer tramo e iniciáramos el cuarto en Medina del Campo, lo que me ha regalado la posibilidad de estar dos veces en vuestra población.
¿Qué sensaciones guarda de Medina del Campo?
Todo es muy bueno. De hecho, Ángel Rodero, vecino de Medina del Campo, es uno de esos amigos del camino. Alguien a quien me encontré en la primera de las etapas entre Valencia y Albacete y fuimos forjando una bonita amistad y relación. Fue entonces cuando le hablé de mi proyecto, que le encantó, y a pesar de que en el segundo tramo no pudo venir con nosotros, el tercero siempre lo compartió conmigo. De hecho, ofreció su casa de Medina del Campo para quedarnos allí un par de días. Incluso nos llevó por varios sitios de la ciudad y me quedó muy buenas sensaciones.
Es verdad que ahora, en el inicio de este nuevo tramo, vamos a poder parar muy poco en Medina del Campo. Pero sí disfrutaremos este viernes por la noche y en la salida del sábado por la mañana de su esplendor. También de la provincia de Valladolid.
¿Cómo va el camino?, ¿cómo va su proyecto?
Debemos de llevar ya unas 24 etapas, que eso deben de ser aproximadamente 751 kilómetros e incluso un poquito más. Estamos en las tres quintas partes del recorrido. Hemos hecho Valencia-Albacete, Albacete-Toledo y Toledo-Medina del Campo y nada, ahora emprendemos la salida del cuarto tramo hacia Puebla de Sanabria y, dentro de unos 11 meses, nos gustaría retomar las últimas diez etapas y acabar en Santiago.
También a lo largo de este tramo pasará por zonas de esta comarca para hablar sobre la importancia de la donación de órganos, ¿no es así?
Sí, vamos a pasar por Castronuño. También entraremos en la provincia de Zamora, en Toro… en esos pequeños pueblitos de los valles que hay cercanos a la Sierra de la Culebra hasta llegar a Puebla de Sanabria. Nuestra idea es que, a partir de los medios de comunicación, redes sociales y, sobre todo, contacto personal con las gentes, concienciemos sobre la importancia de donar órganos. Yo creo que cualquier acción es buena. Que aunque solo sea tener contacto con una persona, que sepa que donar órganos es donar vida, para mi es suficiente.
¿Qué sensaciones ha experimentado en lo que lleva de proyecto?
Es una experiencia preciosa. Tú te paras, ven la pancarta que llevamos al entrar en los pueblos y ya comienzas a explicar. La gente tiene que saber que donar órganos es donar vida. Empiezas hablando con un vecino y el resto comienza a acercarse por curiosidad. Entonces, entablas una conversación y todo fluye solo. La gente es muy positiva, muy abierta y hay gente que es verdad que no sabe, por ejemplo, que la persona con mayor edad que ha donado un órgano es con 92 años. Hay quienes se piensan que con 65 o 70 años ya no se puede donar. A lo que me refiero es que hay pequeños datos que, a lo largo de una conversación, dejan con las puertas abierta a mucha gente. A personas que, quizá por no hablarlo con la familia, ni se habían planteado ser donantes. Por eso yo siempre insisto en que es importante que tu familia sepa sobre tu voluntad. Que sepa que quieres ser donante.
Si atraviesa pueblos, con el reto demográfico que están viviendo, se topará con una importante parte de población envejecida que, quizá, ni se plantea este tipo de cuestiones, ¿no es así?
Totalmente. Pero lo bueno es que me ven a mí y entienden que, gracias a alguien que donó un riñón, yo he podido volver a tener calidad de vida. Es verdad aquello del a España rural, pero también la España de nuestros padres y abuelos que, si no ha ocurrido a nadie cercano, no te llegas a plantear ser donante. Hay gente que todavía tiene el concepto aquel de «yo me voy entero». Entonces bueno, no creo que haya nada más bonito que poder hacer feliz sobre todo a la persona que recibe ese órgano y a su familia. Cuando donas un órgano haces feliz a toda una familia y su entorno.
¿Puede España sacar pecho en este tema?
Sí, ya van 32 años seguidos que es líder en donación de órganos. Hay culturas en Europa que siguen siendo muy cerradas. Yo creo que se terminarán concienciando, porque esto requiere de ser conscientes de que es un camino que se tiene que seguir haciendo por parte de los países; todos necesitan donación de órganos. Las enfermedades se van contrayendo en todo el mundo. También hay que reconocer la labor que realiza la Organización Nacional de Trasplantes, que desde que se creó ha hecho muy buena labor. Lo que me sigue preocupando es que cada año termina con unas 4.700 personas en lista de espera. De ellas, unas 400 acaban falleciendo esperando un trasplante. Pienso en esas personas que se van a quedar por el camino este 2024 por no llegarles a tiempo un órgano. De ahí que tenga esas ganas de mover la sociedad y concienciarla sobre este tema.
¿Cómo supo usted que necesitaba un trasplante?
Mi madre tenía esta enfermedad congénita y cuatro de sus seis hermanos. Yo supe con unos 14 años que también me ocurriría. Tengo poliquistosis renal, que era que mis riñones están llenos de quistes que van creciendo; conforme van creciendo ensanchan el riñón, pero también se van comiendo el tejido interior los glomérulos, los que hacen los embudos que hacen que que se filtre todo y haga la función el riñón tan importante para la vida. Entonces yo sabía que mi riñón se iba a ir deteriorando con la edad y que llegaría pues a los 40 años y necesitaría un trasplante. Lo he vivido toda una vida. Sobre 2020 ya se aceleró. Tras varias diálisis, tuve la suerte de, muy rápido, encontrar un órgano y desde 2021 hasta ahora, pues estoy disfrutando de una nueva oportunidad de vida y además con este apasionante proyecto.
