Las administraciones públicas han unido esfuerzos para establecer las bases que aseguren la convivencia pacífica del oso pardo con las actividades rurales en diversas zonas, en un encuentro celebrado esta semana en León. En este encuentro, se han abordado las acciones más destacadas llevadas a cabo por las comunidades autónomas de Castilla y León, Principado de Asturias, Cantabria y Galicia en relación con el seguimiento y gestión de esta emblemática especie.
El protocolo de intervención con osos ha sido uno de los temas centrales de la reunión, siendo este el marco técnico que guía la evaluación y aplicación de medidas para prevenir interacciones entre los osos y las personas. Se ha acordado su actualización en los próximos meses para mejorar su aplicación y comunicación.
Uno de los aspectos más relevantes ha sido el programa de marcaje y seguimiento a través de emisores GPS, desarrollado en Castilla y León y Asturias, que proporciona valiosa información sobre el comportamiento del oso, su uso del espacio y los factores de amenaza. Este programa ha permitido el marcaje de varios ejemplares, lo que facilita la toma de decisiones en la gestión de la especie.
En cuanto al censo poblacional, se estima que hay alrededor de 370 osos pardos en la Cordillera Cantábrica, concentrándose principalmente en la subpoblación occidental y oriental. Se prevé actualizar esta estimación en los próximos años para proporcionar información actualizada sobre la población de la especie.
Además, se han compartido experiencias sobre técnicas de condicionamiento negativo para disuadir a los osos de acercarse a entornos urbanos, especialmente aquellos habituados a los recursos ofrecidos por humanos. Se ha destacado la necesidad de aplicar medidas más precisas y efectivas en consonancia con el marco de protección del oso pardo.
La recuperación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica ha sido uno de los mayores éxitos en materia de conservación en España y Europa. Su aumento poblacional ha llevado a la extensión de su hábitat, lo que requiere medidas de protección adicionales para garantizar su supervivencia a largo plazo.
En este sentido, se ha debatido la importancia de establecer un enfoque común respecto a las ‘áreas críticas’, con el objetivo de delimitar geográficamente zonas prioritarias para la conservación del oso pardo de manera coordinada entre las diferentes comunidades autónomas.
