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miércoles, mayo 1, 2024

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Cuando la política se olvida de las personas

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EDITORIAL

¿Cuántos de ustedes han compartido en estos últimos años alguna publicación en redes sociales por la que se posicionaban a favor de alguna causa?; y es que, amables lectores, ¿han rechazado alguna vez poner un lazo de cualquier color en la solapa de su chaqueta, como símbolo de solidaridad de alguna enfermedad o empresa?

Vivimos en una sociedad en la que impera la sensibilidad y empatía o, al menos, en teoría. Pero lo cierto es que cada vez se desinfla más ese globo repleto de unos valores que se esfuman a golpe de realidad. Y si no, que se lo digan a Juan Carlos Unzué.

A lo largo de esta misma semana, la población ha sido testigo de cómo el exfutbolista y exentrenador asistía al Congreso de los Diputados, ejerciendo la figura de ponente en una jornada organizada alrededor de la Esclerosis Lateral Amiotrófica -ELA-. Una enfermedad que padece el deportista desde que le fue diagnosticada en 2020.

Volviendo a esa cita, el objetivo de las ponencias no era otro que luchar por una regulación que garantice la vida digna de estas personas enfermas. Y, con el peso de la palabra, Unzué comenzó: «Lo primero que quisiera saber es cuántos diputados y diputadas hay en la sala. ¿Podéis levantar las manos? Creo que he contado cinco. Me imagino que el resto de diputados y diputadas tendrán algo muy importante que hacer».

¿Hace falta comentar estas declaraciones?

Pero Unzué continuó: «Estar aquí ha costado un gran esfuerzo físico y económico y solo han venido cinco diputados».

Nuevamente, ¿puede ser Unzué más claro?

«Hemos venido a vuestra casa. ¿Sabéis lo que ha costado a muchos de mis compañeros y compañeras estar aquí? (…) ya no solo económicamente, sino de esfuerzo físico».

Quién le iba a decir, cuando jugaba en el Sevilla Fútbol Club u otros tantos equipos de primera línea, que una de las jugadas más importantes de su vida iba a ser esta. Y es que él es una de esas caras visible que no aboga por otra cosa que no sea la tramitación de una ley ELA, que permita una vida digna a todas aquellas personas que padezcan la enfermedad, así como también la tramitación rápida de ayudas económicas que permitan a familiares y pacientes acarrear con parte de los grandes gastos que derivan de esta dolencia.

Sus palabras fueron demoledoras de principio a fin. En gran medida, cuando también solicitó «un poco de empatía» para entender las necesidades de los enfermos. «A nosotros no nos valen las buenas intenciones o palabras bonitas porque necesitamos que esa Ley ELA se tramite ya. Si algo no tenemos los enfermos de ELA es tiempo que perder».

Ese tiempo perdido se observa en las más de 50 veces en las que esta ley ha sido bloqueada. La tramitación de la proposición de Ley obtuvo luz verde hace prácticamente dos años, pero no hay novedades al respecto.

¿En manos de quiénes estamos? Déjense de amnistías; de asesores y mascarillas; de celebrar victorias y derrotas en las elecciones gallegas y pónganse las pilas, porque se están olvidando de quienes les han llevado a sus poltronas y estamos derivando en un escenario en el que la política se está olvidando al completo de las personas.

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