Al Margen
Eso dice uno de los muchísimos refranes dedicados a tal santo, al que se le atribuye la curación de unos jabatos y por eso se le considera patrón de los animales. Otra versión dice que el abad en cuestión se enamoró de un cerdo y quizás por eso existe otro refrán: “San Antón gorrinero, de los santos el primero”, pero en estos tiempos de absurdas leyes animalistas no sé si eso le convertiría en santo o en delincuente sexual. Lo que seguro que ya pocos pueden decir en público es “por San Antón, cada perdiz con su perdigón”. Ahora se lleva más “ganado que el lobo ha de llevar, ni San Antón lo sabría guardar”.
Siguiendo con los animalitos, otro de los refranes asocia al santo con la productividad de las aves de corral: “Por San Antón, la gallina pon” y a veces añade: “Y por San Blas, más y más”. Incluso “por San Antón, pone hasta el capón”. O sea “por San Antón, huevos a montón”.
Otros dichos populares tienen que ver con el tiempo: “San Antón claro, invierno largo; y si está oscuro, más seguro”. Vamos, ni cambio climático ni leches, se te van a congelar los huevos de todas formas (los del párrafo anterior).
También hay refranes relacionados con las mujeres: “Las mozas de poco seso, por San Antón empiezan el antruejo, y las de ninguno, el día de ayuno”. No sufras, yo tampoco sabía lo que era el antruejo y resulta que es el conjunto de días del carnaval. Otro más: “San Antón, viejo y meón, mete a las viejas en el rincón”. Tal cual, fino y elegante, arremetiendo contra la senectud, tanto femenina como del propio santo varón. Aunque hay otra versión más devota: “San Antón, viejo y tristón convida a las muchachas a la oración”. Mucho mejor, aunque alude a la escasa alegría del santo. Para eso ya está San Pascual Bailón, patrón de las cocineras.
Rodrigo V.
