Cada vez más personas optan por tomarse una excedencia laboral, ya sea para conciliar la vida familiar, continuar estudios o unirse a otra empresa. Según la Seguridad Social, las excedencias para el cuidado de hijos o familiares han experimentado un aumento significativo del 45% en España durante los primeros seis meses de este año, alcanzando la cifra más alta desde 2012.
Francisco Trujillo Pons, profesor colaborador del grado de Relaciones Laborales y Ocupación de la UOC, destaca que, además de la excedencia por cuidado de hijos, existen otras dos opciones: la forzosa y la voluntaria. La primera se aplica cuando el trabajador ocupa un cargo público, y la empresa está obligada a mantenerle el mismo puesto al regresar. Por otro lado, las excedencias voluntarias ofrecen un «derecho preferente» al trabajador para volver cuando exista una vacante similar a su categoría profesional.
Pere Vidal, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, señala que las excedencias voluntarias son cada vez más solicitadas, generalmente debido a ofertas de otras empresas. La empresa no está obligada a reservar el puesto, lo que ha llevado a algunas a posponer el inicio para buscar un reemplazo antes de que el empleado se vaya.
En cuanto a la vuelta al trabajo tras una excedencia, Enrique Baleriola, experto en psicología del trabajador, advierte sobre posibles consecuencias sutiles. La empresa puede dudar del compromiso del empleado, cuestionando su lealtad. Este fenómeno se enmarca en la cultura organizativa, afectando la identidad y pertenencia del trabajador al grupo.
Para gestionar esta transición de manera exitosa, Baleriola sugiere una comunicación directa entre empresa y trabajador. Programas de tutorías y reconocimiento de las habilidades adquiridas durante la excedencia son clave. El experto enfatiza la importancia de expresar expectativas y preocupaciones para evitar posibles frustraciones o infravaloraciones.
