El speedwatching, práctica en alza donde usuarios reproducen contenido audiovisual a velocidades aceleradas, plantea interrogantes sobre sus efectos en la atención y aprendizaje. Desde su introducción en YouTube en 2010, diversas plataformas, incluyendo WhatsApp y redes sociales, ofrecen opciones de reproducción más rápidas. ¿Qué consecuencias tiene esta tendencia en diferentes sectores de la población?
La práctica del speedwatching, que cada vez gana más adeptos, plantea una serie de inquietudes sobre cómo afecta esta tendencia al proceso de atención y aprendizaje, especialmente en las generaciones más jóvenes. Expertos en psicopedagogía advierten que, si bien el speedwatching puede ofrecer ventajas en términos de ahorro de tiempo, también puede tener consecuencias significativas, sobre todo en aquellos que se encuentran en etapas formativas y de desarrollo.
Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), destaca que el speedwatching refleja la necesidad de consumir contenido rápidamente en una sociedad marcada por la prisa. Sin embargo, señala que este hábito puede tener repercusiones en capacidades fundamentales como la atención, la retención, la comprensión y la memoria, especialmente en las generaciones más jóvenes.
Desde la introducción de la opción de acelerar la velocidad de los vídeos en YouTube en 2010, esta función se ha extendido a diversas plataformas, incluyendo aplicaciones de mensajería, redes sociales y servicios de streaming. Según datos proporcionados por Google y Alphabet, los usuarios de YouTube ahorraron más de 900 años de tiempo al día al mirar vídeos a velocidades más rápidas.
Pérez explica que el speedwatching responde a la cultura de la prisa y el estrés, proporcionando una gratificación cerebral rápida sin requerir un esfuerzo mental significativo. Sin embargo, advierte que esta estimulación constante puede llevar a no procesar toda la información de manera adecuada, afectando la valoración del esfuerzo del emisor del mensaje, ya sea un profesor, un compañero o un creador de contenido.
Entre los motivos del speedwatching, destacan la disponibilidad de la función en los reproductores, la falta de tiempo, el ritmo de vida acelerado y la ansiedad por no perderse acciones o actividades (fenómeno FOMO). Aunque se ha argumentado que ver contenido a velocidades más rápidas permite obtener más información en menos tiempo, Pérez subraya que las consecuencias y beneficios de esta práctica dependen del conocimiento previo, el modelo de aprendizaje y el interés individual.
A pesar de ser un fenómeno relativamente reciente, ya existen investigaciones que indican que reproducir vídeos a velocidades más rápidas puede afectar la comprensión del contenido, especialmente en el caso de conferencias. No obstante, los jóvenes pueden ver vídeos a velocidades más rápidas sin déficits significativos en la memoria, mientras que los adultos mayores pueden experimentar un rendimiento disminuido.
Aunque no hay inconvenientes demostrados en adultos o estudiantes universitarios, los expertos desaconsejan acelerar los vídeos simplemente para ahorrar tiempo. Cada contenido tiene su complejidad y características específicas que pueden perderse al aumentar la velocidad de reproducción. Además, el abuso del speedwatching podría tener impactos negativos en la atención, la concentración, la retención, la memoria y el desarrollo cognitivo, emocional y social, especialmente en los jóvenes en etapas educativas.
La psicopedagoga concluye que, si bien el speedwatching puede ser una herramienta útil en determinadas circunstancias, su uso consciente y responsable es fundamental para asegurar la comprensión de los mensajes y el disfrute del contenido audiovisual, evitando posibles consecuencias negativas en las generaciones más jóvenes.
