3.9 C
Medina del Campo
lunes, abril 29, 2024

Accede a la edición impresa de La VOZ

Al margen – Celebraciones navideñas

-

- Advertisement -

Si aquel chico de Nazareth levantase la cabeza se quedaría hartamente sorprendido, perplejo, próximo al pasmo y la estupefacción.

En primer lugar por el hecho de que alguien se acuerde de él dos mil años después. Y luego por no entender en qué se ha convertido la Navidad. En España los pueblos compiten por tener el árbol más alto, pero no es de madera, es metálico porque “somos ecologistas”. Eso para el hijo de un carpintero tiene que sonar bastante extraño. Además llenamos las casas y calles de lucecitas de colores como si fuesen parajes de carretera de dudosa reputación (aunque esto último en su época no era tan luminoso y se llamaba Magdalena). Más aún, mientras él nacía en un pesebre rodeado de un buey y una mula, nosotros celebramos semejantes carencias con opíparas y pantagruélicas cenas y acostamos pronto a los más pequeños para que un señor gordo se cuele por la chimenea con un saco lleno de juguetes.

– Mamá, nosotros no tenemos chimenea y la caldera de gas es estanca y no cabe.

– No te preocupes y vete a la cama, anda.

Todo eso ocurre a muchos kilómetros de donde nació aquel hijo de carpintero (o de un ángel, vaya usted a saber), pero en su tierra y alrededores se está masacrando a la población y esta vez no son los romanos imperialistas.

Una semana después de la efeméride de aquel nacimiento, llega el cambio de año y nos parece poco celebrarlo una sola vez, así que inventamos eventos y jolgorios como las uvas estudiantiles de Salamanca, las CampaJuvas de Valladolid o la Nochevieja maorí en Medina del Campo. Todo sea por entretener a la población para que olviden, al menos por un ratito, la absurda situación política y económica que nos rodea. Pero de eso no toca hablar hoy y además tampoco lo vamos a arreglar con una columna en un periódico. Nos va a hacer falta algo más duro.

Rodrigo V.

- Publicidad -

Lo más leído

- Advertisment -
- Advertisment -