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domingo, mayo 12, 2024

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La postal que data la visita de Benito Pérez Galdós a Medina del Campo

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El novelista y político español remitió una postal a su hija y a la madre de ésta el 11 de mayo de 1906, a su paso por la Villa de las Ferias 

Paula de la Fuente-. Era mayo. Justamente 11 de mayo de 1906, cuando los pasos del prolífico escritor Benito Pérez Galdós dibujaron un camino hacia Medina del Campo. Un paseo por la popularmente conocida como Villa de las Ferias, que hizo parada en la Oficina de Correos, remitiendo a su hija una postal con la imagen de la emblemática Plaza Mayor de la Hispanidad.

Lo cierto es que no se tiene constancia exacta del motivo que hizo que Galdós se trasladara a la villa que vio morir y testar a Isabel la Católica: «Pensamos inicialmente que podría tratarse de uno de los viajes que realizó Galdós cuando se comprometió con el Partido Republicano, pero ese compromiso no se hizo público hasta finales de ese año, y fue en 1907 cuando el novelista, que sería luego elegido diputado, comienza a participar en mítines republicanos en diferentes lugares de España. Lo más probable es que se tratara de un viaje privado», explica Miguel A. Vega, técnico de museos en la Casa-Museo Pérez Galdós.

 

Portada de la postal remitida por Benito Pérez Galdós // Archivo Casa-Museo Pérez Galdós

Si bien es cierto, el periódico ‘Canta-Claro’, publicado en Medina del Campo el domingo, 20 de mayo 1906 y cuya hemeroteca se guarda en los fondos de la Fundación Museo de las Ferias, alude al canario en su sección ‘Instantánea’. Bajo la firma de ‘R.M.S.’, se habla de Galdós de tal forma: «Benito Pérez Galdós. Yo tuve el gusto de saludar al insigne Maestro la noche del 14 de los corrientes en la Fonda de la Victoria de Medina del Campo./Aquel Coloso, que hizo conmover mi alma tantas veces leyendo su ‘Gerona’ y su ‘Dos de Mayo’, y sacudió mis nervios en vertiginosa carrera con su obra ‘Electra’, se me representaba muy grande, muy altivo, muy orgulloso de sí mismo; y lo encontré muy dulce, muy suave, muy apacible, cual la brisa que agita las poéticas palmeras de su Canaria tierra./ Yo le creía nervioso, agitado en medio de la multiplicidad de sus grandes ideas, abstraído del vulgo mundo que rodearle pudiese; y le vi atento, cortés, cariñoso, afable con los pocos amigos que le rodeábamos en el momento que el Orfeón Sarabriense le rendía homenaje con una serenata./ Y la escuchaba con deleite, dando a su diestra mano el rítmico movimiento de la melodía que se ejecutaba; y noté en su semblante que la música le hería, le hace sentir algo, le hacía pensar./ ¿Quién sabe dónde estaría en aquellos momentos el portentoso cerebro de D. Benito Pérez Galdós?». 

Lo dicho, realmente no se conoce el motivo de su viaje como tal. Volviendo a la postal, es el matasellos el que permite conocer el día en que fue depositada en Correos. En un tono rojizo se puede leer esa fecha: 11 de mayo de 1906. Pero, ¿qué viene a decir la tarjeta? Pues bien, Miguel A. Vega, que también nos ha hecho llegar el reverso de la misma, relata que es justo ahí donde reside la destinataria, que no es otra que Lorenza Cobián. Una mujer de origen asturiano, de la que podría destacarse su andadura como modelo del pintor Emilio Sala. Vega narra cómo Galdós tuvo con ella una relación a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo XIX. A pesar de que no llegaron a casarse ni a convivir, tuvieron una hija, María Pérez-Galdós Cobián, quien nació en 1891. Pérez Galdós la reconoció, siendo además su heredera.

Desgraciadamente, Lorenza falleció tan solo dos meses más tarde de la recepción de la postal. Así, tras la muerte de su madre, la pequeña se crio con una tía -hermana de Lorenza- mientras que el escritor se ocupaba del mantenimiento de la pequeña. De hecho, siempre que salía de viaje se encargaba de enviarle alguna que otra postal o carta, como la que nos ocupa. Cabe mencionar que el archivo epistolar galdosiano de la Casa-Museo proviene de las cartas que Galdós recibía y que siempre conservó.

La fundación que lleva su nombre, y que ha contribuido a la documentación de este artículo, guarda también algunas de las cartas del novelista que se han ido descubriendo paulatinamente desde que se fundara la Casa Museo en la década de 1960. Si bien es cierto, el fondo inicial lo conformaba el legado adquirido a María Pérez-Galdós Cobián, que incorporó ciertas cartas que ella misma había recibido de su padre. Es el caso de esta tarjeta postal de la Colegiata de San Antolín, en cuyo reverso se lee la citada remitente: «Sra. Doña Lorenza Cobián. Calle San Bruno, 1. Madrid».

Reverso de la postal donde consta la destinataria: Lorenza Cobián // Archivo Casa-Museo Pérez Galdós

«Rueda 11. / Bueno y contento / Que coman / bien y se divier (sic) / Cariños / d B» es el texto que viene reflejado en la postal medinense. Llamativa también es la firma del literato. Y es que, explica el técnico de museos de la Casa-Museo Pérez Galdós, a la hora de remitir mensajes cortos, y en gran medida entre familiares, el autor canario optaba por las letras d[e] B[enito]. Muy distinto a su rúbrica en los escritos de una mayor seriedad, donde emplea su nombre completo; o en las cartas, igualmente familiares pero más largas, donde firma como ‘Benito’.

La colección de tarjetas postales forma parte del fondo epistolar del archivo personal del escritor, que se conservan en la Casa-Museo Pérez Galdós. «Fueron muy utilizadas en su ámbito familiar para enviarse mensajes cortos y recuerdos cuando estaban de viaje. A veces, es un sobrino, una de sus hermanas, etc. Pero las postales también eran un medio que utilizaban los admiradores para dirigirse al escritor expresando su admiración o solicitando un autógrafo», cerciora Miguel A. Vega. Se trata de un epistolario de 9.773 documentos y hasta 512 tarjetas postales.

Actualmente, este centro de saber y de cultura que gira alrededor de la vida y obra de Benito Pérez Galdós trabaja en la creación de un portal que permita la consulta pública y gratuita del epistolario galdosiano que, de momento, ya se encuentra digitalizado.

Benito Pérez Galdós y sus menciones sobre Medina del Campo

En el prólogo que Galdós realiza en la obra ‘Vieja España’ de José María Salaverría -septiembre de 1907- Benito se refiere al municipio vallisoletano en tal modo: «Medina del Campo, emporio que fue, según dicen, del comercio español. Medina está equidistante de Ávila y Zamora, de Segovia y Valladolid; fue apeadero frecuente de los Católicos Reyes y de todo viajante castellano. Visitando la noble villa, recorriendo su inmensa plaza, la mayor sin duda que en España existe, y las calles vetustas, asalta la duda de que allí tuviera el comercio la extensión y la cuantía que suponen algunos autores. Cierto que las anchuras de la plaza indican un mercado concurridísimo y considerable».

En este sentido, continúa: «Dice la tradición que en Medina la industria del curtido y adobo de cordobanes, suelas y pergaminos, alcanzaba valores fabulosos, y que poseía las mejores y más activas imprentas de Castilla. A su mercado concurrían los finos paños de Segovia, estameñas, bayetas, sayales y otros productos de los innumerables telares de Peñaranda y Rioseco. Flandes enviaba sus tapices, sus velludos y holandas, y Portugal la rica especiería del Cataly»

Sin embargo, Pérez Galdós garantizaba entonces que «de esto habría que rebajar algo» puesto que «el dinero corriente siempre deja rastro y sedimento en el suelo por donde pasa, y en la ilustre Medina débilmente se ve la huella metálica que al través de los siglos permanece en los emporios arruinados […]»

Más información en la edición semanal de La Voz de Medina y Comarca

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