Redacción.-
Este sábado, a las 21:30h, la Villa de Alaejos se prepara para un deslumbrante viaje en el tiempo con la esperada recreación del intrigante encierro de la Reina Juana de Avis en el icónico Castillo-Fortaleza. El evento histórico transportará a los asistentes al año 1467, reviviendo las dramáticas circunstancias que rodearon a la monarca en uno de los capítulos más enigmáticos de la historia de Castilla.
Bajo la dirección del Cortejo Real, los ciudadanos se alinearán en las calles para presenciar el magnífico desfile desde la plaza de Santa María hasta el majestuoso Castillo-Fortaleza, una estructura que albergó el dramático suceso protagonizado por la reina consorte Doña Juana de Avis, también conocida como Juana de Portugal. El evento promete cautivar con teatralizaciones, danzas renacentistas y apasionantes justas entre caballeros, todo enmarcado en el contexto del histórico episodio denominado «El Desliz de Alaejos».
En 1467, la reina Juana de Avis, segunda esposa de Enrique IV y madre de doña Juana «la Beltraneja», fue confinada en el Castillo-Fortaleza de Alaejos durante casi dos años por órdenes del monarca. La finalidad era sofocar las intrigas y descontento de la nobleza de la época. Durante su reclusión en el castillo, se desencadenó una historia de pasión clandestina entre la reina y el contramaestre D. Pedro de Castilla, apodado «El Mozo». Este romance prohibido, que floreció entre los muros del Castillo-Fortaleza, culminó en un sorprendente giro de acontecimientos: la reina quedó embarazada de mellizos y junto a su amante urdió un audaz intento de fuga en un cesto, descolgándose por el muro. Sin embargo, un inesperado regreso del séquito real cambió el curso de la historia.
Las ramificaciones de este apasionante relato se hicieron sentir en la línea sucesoria de Castilla. El amor secreto de la reina en el Castillo-Fortaleza de los Fonseca de Alaejos alteró el destino de la corona. La princesa de Asturias, Isabel «La Católica», ascendió al trono en un pacto histórico conocido como «Jura de Guisando», desplazando a su sobrina Juana «la Beltraneja». Este cambio dinástico marcó un punto de inflexión para el reino, pavimentando el camino para la anexión de los reinos de la península y el inicio del vasto imperio español, excluyendo Portugal, así como la conquista de las recién descubiertas tierras de América.
