Luces que iluminan la esperanza e ilusión de todo el pueblo de Medina del Campo 

Editorial 

El pasado fin de semana, Medina del Campo realizaba una cuenta atrás para iluminar su Navidad. Sí, iluminar en el sentido estricto de la palabra, teniendo en cuenta que al ritmo de un «3, 2, 1…» se procedió a dar al botón de ‘encendido’ en todas y cada una de las luminarias habilitadas para tal cosa en la localidad. Los presentes frente a la fachada del Ayuntamiento de Medina del Campo, embelesados, asistimos a un espectáculo de música y luces del que poca pega se pueda sacar. Durante los minutos de duración, parecía que incluso todos los miembros de la corporación -de todas las siglas políticas habidas y por haber- compartían una misma ilusión: la de brindar por la esperanza de todo un pueblo, el de Medina del Campo, en unas fechas más que especiales.

«Anda que ya podían hacer esto algún día más», «Con lo bonito que está, es una pena que solo lo vayamos a ver una vez», «Ala, pues se acabó». Dicen que siempre tiene que haber opiniones de todo tipo y, esta vez, no iba a ser menos. Claro que, una vez se enteraron los más críticos que este espectáculo acompañaría a los medinenses durante todas las Navidades en cuatro pases -a las 19, 20, 21 y 22 horas- se quedaron ciertamente a cuadros. Pronto, las críticas se traducirían en otro tipo de comentarios: «Pues que iluminen otros barrios», «Ojalá mi calle estuviera un poquito más decorada, parece que solo existe el centro», «Ni una luz han puesto en mi calle».

Y como hay que Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, no hay por menos que frotarse un poco los ojos y darse cuenta de lo bonita que está Medina del Campo. Y que, al igual que se critica lo que está mal hecho, es digno de agradecer cómo luce nuestra localidad gracias a Concejalías, en este caso, como la de Cultura, Deportes o Festejos, siendo éstas las que están implicadas en la programación. Pero, por supuesto, también a cada una de las asociaciones, vecinos y vecinas de Medina del Campo, que se desviven para que este tipo de actividades salgan adelante. Y más aún, que contribuyen al espíritu de la Navidad.

Porque a todos nos gustaría que nos instalaran un gran Belén en la puerta de nuestra casa. O también unas grandiosas luces. Pero, si la Navidad es un momento de reunión y fraternidad, ¿no es acaso la Plaza Mayor de la Hispanidad nuestro lugar de encuentro por antonomasia?, ¿no se asiste masivamente a grandes ciudades a ver estas luminarias, instaladas únicamente en las calles arteriales y cosmopolita y se alaba la citada colocación?, ¿o es que vamos a ser en Medina del Campo más papistas que el Papa?

«Siempre que me siento pesimista por cómo está el mundo pienso en la puerta de llegadas del aeropuerto de Heathrow. La opinión general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo, pero yo no lo entiendo así. A mí me parece que el amor está en todas partes. A menudo no es especialmente decoroso ni tiene interés periodístico, pero siempre está ahí. Padres e hijos, madres e hijas, maridos y esposas, novios, novias, viejos amigos… Cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas que yo sepa ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de odio y venganza; todas fueron mensajes de amor. Si lo buscáis, tengo la extraña sensación de que descubriréis que el amor en realidad está en todas partes». Así comienza uno de los clásicos en el cine para estas Navidades, la película de Love Actually. Quizá deberíamos ahondar en este concepto, en el hecho de que el amor está en todas partes y que es justo ahora, en Navidad, cuando deberíamos empaparnos un poquito de todo ello, dejando al lado el rencor y latiendo al ritmo de los centenares de bombillas que iluminan de esperanza e ilusión a Medina del Campo.