Una reciente investigación de la UOC revela que la percepción de falta de competencia y la escasez de tiempo condicionan a las mujeres, destacando la necesidad de redefinir políticas de inclusión digital para erradicar estas desigualdades. El estudio, liderado por la investigadora Lídia Arroyo del Grupo Género y TIC (GenTIC), evidencia cómo las desigualdades de género y clase social se reflejan en el uso de internet, mostrando que comprender estas disparidades es crucial para formular políticas más efectivas.
En una sociedad cada vez más digitalizada, las experiencias en línea no son uniformes y están fuertemente influenciadas por factores como la clase social, la edad y la condición de migrante. Para abordar estas complejidades, la investigación se basó en entrevistas y grupos de discusión con 49 mujeres usuarias de programas de inclusión digital, revelando conexiones directas entre el uso de internet, la identidad de género y la condición social.
El estudio reveló que las desigualdades de género impactan significativamente en el uso de internet en contextos laborales. Por ejemplo, para mujeres de clase trabajadora y aquellas sin estudios universitarios, internet no es esencial en el ámbito laboral, mientras que para mujeres de clase media con educación universitaria, se convierte en una herramienta central. Estas observaciones conducen a una ampliación del concepto de «brecha digital» para incluir disparidades interseccionales en el mercado laboral.
La investigación también destacó diferencias notables en la experiencia de mujeres migrantes y no migrantes, así como en mujeres de diferentes edades. Las mujeres no migrantes mayores de cincuenta expresaron temores de exclusión laboral basada en la edad al solicitar empleo en línea, mientras que las mujeres inmigrantes consideraron que este método las protegía de la discriminación directa que podrían enfrentar en persona.
Además, se identificó la «brecha digital identitaria», que refleja la percepción de las mujeres alejadas de las tecnologías y la idea de ser menos capaces en comparación con los hombres. El estudio sugiere que las políticas de inclusión deben trabajar para reducir esta brecha en la autoestima y la confianza de las mujeres en relación con la tecnología.
Otro hallazgo importante fue la «brecha de tiempos», indicando que las normativas de género vinculadas a la división sexual del trabajo afectan la disponibilidad de tiempo y el uso de internet por parte de las mujeres. Esto se traduce en que las mujeres se conectan a internet después de cumplir con responsabilidades familiares y laborales, utilizando la red principalmente para mantener vínculos familiares.
Este estudio arroja luz sobre la necesidad urgente de diseñar políticas públicas que consideren la perspectiva feminista interseccional, reconociendo el género como un aspecto fundamental en la experiencia digital de las mujeres. Las conclusiones proporcionan valiosa información para la creación de herramientas y soluciones que promuevan un uso estratégico de internet por parte de las mujeres.
