Editorial
Aunque vivimos en tiempos convulsos, nunca está de más retomar el hilo conductor de nuestra identidad y volver a la infancia. Años en los que los raspones en las rodillas, espinillas, brazos o codos estaban garantizados, teniendo en cuenta que eran tiempos en los que el Urbanismo no es que se preocupara de tus posibles caídas como crío. Uno de los juegos siempre estrellas entre las pandillas era el escondite. Una trepidante cuenta atrás en la que, si uno quería ganar, tenía que buscar el mejor de los recovecos para no ser hallado. Siempre había quien hacía trampas, y siempre había alguna que otra disputa al tratar de no permitir aquel grito atroz que venía a decir «por mí y por todos mis compañeros». Ale, fin del juego. Se acabó la emoción y el suspense. Ese grito permitía salvar a todos los demás pero, ¿qué hay del que cuenta?, ¿no tiene derecho a ganar?
La vida, en muchas ocasiones, parece prepararnos para la adultez desde bien pequeños. Y así está ahora Medina del Campo, en una constante cuenta atrás hacia la aprobación de unos presupuestos generales para el 2023 que parece, o mejor dicho ya es una realidad, no van a llegar. Es así como, en lo que resta de año, las autoridades municipales deberán atenerse a la herramienta de modificaciones presupuestarias, para tratar de sacar hacia adelante todos los proyectos que impliquen o demanden una dotación económica no estimada en el ejercicio anterior.
En su día, la ciudadanía aprobó la consolidación de los que fueron los presupuestos más altos de la historia de Medina del Campo. Ahora bien, después de unas elecciones municipales donde la formación popular ha obtenido prácticamente la mayoría absoluta, además de contar con unos socios de gobierno que hace elevar, presuntamente, los acuerdos y votos favorables con un total de 14 ediles de 21 en pro del equipo de Gobierno, no es comprensible cómo, para este vigente ciclo, ha sido imposible confeccionar unos documentos económicos que agradasen a todo.
Claro, no hay que olvidar, esa figura de Intervención y Secretaría que ha estado ausente durante todo este tiempo, suponiendo un auténtico contratiempo a nuestros gobernantes. Pero, ¿acaso no es verdad que esa ausencia se ha visto en la oposición? Apenas se han visto apariciones públicas donde los ediles en la bancada contraria abogaran, o más bien instaran y apretaran a los gobernantes, a tirar del carro y poner en marcha unos presupuestos para este ciclo.
La iluminación, la piscina cubierta, nuestro Hospital, el saber cuánto han costado las Ferias y Fiestas de San Antolín es importante, ¿pero no lo es tener unos presupuestos adecuados a cada momento, a cada año y a cada ejercicio?, ¿serán los mejores presupuestos de la historia, al no haber insistido mucho sobre la puesta en marcha de unos nuevos?
Mientras la ciudadanía está contando frente a una pared, ¿llegará la oposición a dar una palmada y hablar por ella?, ¿o realizará esa palmadita en pro del cántico de ‘Por mí y por todos mis compañeros’?
No es fácil gobernar, eso está claro. No es fácil estar en la oposición, eso es totalmente cierto. Aunque, a veces, la ciudadanía solo reclama un poco de atención a temas y asuntos de vital importancia. Prorrogar unos presupuestos con todas las circunstancias a favor -a excepción del vital tema de Intervención- denota cierta falta de comunicación entre cada uno de los 21 ediles que forma parte del pleno. No se trata de sacar punta ni poner pegas, se trata de que realmente traten de sacar Medina del Campo adelante, pues han sido elegido para ello.
