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sábado, mayo 4, 2024

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Manos que devuelven la vida a un patrimonio adolecido en el Museo de las Ferias de Medina del Campo

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El restaurador Francisco José Boldo se vuelca en un lienzo de San Antolín datado en 1698

Paula de la Fuente-. Hace unos meses Medina del Campo conocía el que sería el ‘I Plan anual de conservación y restauración de la Fundación Museo de las Ferias’. Un proyecto que pretende rescatar ese patrimonio adolecido en la localidad, extendiendo los márgenes de actuación de la institución que dirige Antonio Sánchez del Barrio. Así, de la mano de su equipo, son varias las obras que ya van camino de recobrar aquella vida con la que fueron erigidas. Es en pleno agosto, en el marco de las Ferias y Fiestas e San Antolín, cuando se va a dar a conocer el resultado de las labores realizadas en un lienzo protagonizado por esta Santo, restaurado a manos del experto Francisco José Boldo.

Para conocer los detalles de esta historia, el lector debe trasladarse hacía la Sacristía de la Colegiata de San Antolín. Allí, junto a otro lienzo de la Inmaculada Concepción, se hallaba el del popularísimo San Antolín del que hablaremos en estas líneas. Fue allí cuando los historiadores decidieron fijarse por objetivo restaurar la obra, teniendo en cuenta el deterioro palpable en la misma. Pues bien, una vez aprobados todos los trámites burocráticos, se procedió al desmontaje para trasladar esta pieza al Museo, lugar donde habita una sala específica de restauración. Pero no todo iba a ser tan fácil.

Una vez se instaló el andamio pertinente para el traslado, Boldo fue testigo de cómo el lienzo estaba directamente anclado con clavos en la pared. «Si uno se fija, está repleto de agujeros con motivo de estos clavos. No tenía bastidor, no había una estructura que hiciera de soporte», explica el restaurador. A pesar de estas circunstancias, y aunque todavía quede por estudiar, se cree que esta pieza sí que contó con algún tipo de soporte en sus orígenes y que pudo haber sido una reforma en la Sacristía datada en el siglo XVIII la que hiciera que perdiera tal cosa pero, ¿por qué?

Si se observa el lienzo en la actualidad, se ve cómo no se conserva su perímetro original. «Lo recortan y redimensionan porque el cuadro, la concha concretamente, continúa por abajo. Si uno se fija en la inscripción, está un pelín torcida» relata Francisco José Boldo. Una ‘adecuación’ que podría haber venido de aquella reforma en la Sacristía, en la que se vieron obligados entonces a tratar de encajar a este San Antolín en la enmarcación en yeso que perdura hasta nuestros días en este templo. Quién sabe si la Inmaculada que convive justo al lado de San Antolín, de la que parece claro que la autoría y tamaño es idéntico al lienzo del patrón medinense, también padece de estos recortes.

Volviendo a las labores de restauración, tras la instalación del andamiaje y observación de ese clavado de puntas de manera directa a la pared, Francisco Boldo procedió a la protección de la pintura y enrollamiento del lienzo. Así, la primera fase de la intervención consistió en fijar toda la capa pictórica, darle la vuelta, y proceder a limpiar el reverso de la tela para tapar agujeros, poner parchecillos y montarle un bastidor nuevo que se ha construido ex profeso. En esta parte trasera se observaron ciertos detalles que ponían de manifiesto un importante hecho: la pieza había sido restaurada en alguna otra ocasión, aunque no existen documentos ni fichas que hablen de fechas -a diferencia de estas vigentes actuaciones, que están perfectamente documentadas en la Fundación Museo de las Ferias-.

Una vez tensado y puesto en soporte, se dio paso al proceso de limpieza. «Lo que hemos observado es que al principio parecía que no estaba sucio, pero tenía una amalgama de barniz que no era muy grueso y una suciedad superficial importante de polvo y de sistemas tradicionales de iluminación como las velas», cerciora Boldo. En comparación con la actualidad, y tal y como se puede comprobar en el material documental del que dispone la Fundación sobre la restauración, se toparon con una pintura totalmente parda y triste, con barnices totalmente oxidados. Una situación, aquella de junio con el inicio del proceso de restauración, totalmente distinta a la de dos meses más tarde, donde imperan colores vivos y sólidos.

Y continúan las particularidades de este lienzo, restaurado en el marco del 150 aniversario de la celebración de las primeras Ferias en honor a San Antolín en Medina del Campo -en años antiquísimos se celebraba únicamente como Voto de Villa, al ser privilegio real los festejos de tal índole-. La inscripción legible en la parte inferior del cuadro reza así: «Dio esta pintura el Licenciado Don Antonio de Castro, Capellán Mayor de las memorias de Doña Leonor de Garivay, siendo Mayordomo de la Fábrica de esta Santa Iglesia. Año de 1698». La importancia de estas letras, comenta el restaurador, no sólo vienen por el hecho de saber en qué año aproximado se colocó en la Sacristía esta imagen, también por informar sobre quién regaló esta pintura […]

Más información en la edición papel de La Voz de Medina y Comarca – Especial San Antolín

 

 

 

 

 

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