Mientras algunos nos escandalizamos con los precios desorbitados de los alimentos más básicos, como la leche, que ha subido más un 50% en poco tiempo, hay empresas que se dedican a fabricar vibradores de oro de 24 quilates y los venden en torno a 17.000 €. O yo soy muy pobre o hay chochos muy ricos. O incluso ambas cosas.
Nos enterábamos esta misma semana, cuando nos sorprendía la noticia: “Roban siete vibradores de oro y acero en una fábrica de Carmona (Sevilla). Los de oro rondan los 17.000 € y los de acero 2.000 €”.
Ríete tú de los que roban cobre de las vías, que necesitan camión como el nuevo del Ayuntamiento y mucho más esfuerzo. Los tres tipos que entraron en el almacén de Carmona salieron con un juguetito en cada bolso y 25.000 € de la caja fuerte. Total, 80.000 eurazos de golpe.
Y tú leyendo eso en el móvil mientras esperas en la cola del supermercado para pagar casi 100 euros por algo que el año pasado te costaba 50. Y encima te cobran las bolsas porque el plástico es muy malo para el planeta y hay que ponerle un impuesto. Incluso se propone la idea de que vayas al mercado con el tupper y te lo rellenan. Pero que esté limpio, porque a partir de ese momento la responsabilidad sobre higiene en el producto será del consumidor. O sea, si te intoxicas por cualquier cosa, el culpable no es el vendedor, eres tú, que no has fregado el tupper convenientemente.
Entre eso y el impuesto a las colillas que quiere poner la Generalitat catalana (20 céntimos por cigarrillo al comprar tabaco, que se podrán recuperar si devuelves las colillas) uno ya no sabe si está en el siglo XXI, en el XXIII de los vibradores de oro o en el XIX recogiendo colillas para venderlas y sacar lo justo para un litro de leche que habrá que mezclar con agua para que cunda más.
Rodrigo V.
