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miércoles, mayo 8, 2024

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Otros para Ítaca

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Al margen

Igual que la palabra “romería” tiene su origen en el supuesto viaje que todo cristiano debería hacer a Roma al menos una vez en la vida (a veces los moros y los cristianos no son tan diferentes; unos a La Meca y otros a Roma), otro viaje casi ineludible es el que los chavales y chavalas tienen que hacer por el colegio y el instituto, que les llevará, según su aprovechamiento, desde la inocencia infantil hasta el inicio de su madurez mental, de su exultante juventud.

Como capullos recién eclosionados o crisálidas que empiezan a batir sus alas intentando olvidar el gusano que fueron para mostrarse como la mariposa que quieren llegar a ser, desfilan con su mejor outfit el día de la graduación en busca del título que acredita sus conocimientos básicos para empezar su vuelo. Un vuelo que les llevará, casi inexorablemente, fuera de esta villa que no tiene más estudios que ofrecerles. Como Ítaca, según dice Kavafis al final de su famoso poema. Pero ahora lo importante no es el final, sino el principio, tanto del poema como del resto sus vidas. Ahora ya tienen edad suficiente como para votar, para conducir y para ser oficialmente responsables de todo lo que hagan. Ahora empiezan su viaje a Ítaca y sus profesores se esfuerzan en recordárselo leyendo en sus alocuciones, año tras año, el inicio de dicho poema mientras suena de fondo “Pompa y Circunstancia”, otro clásico de las graduaciones americanas, que ya empieza a ser sustituido por coreografías más actuales, fruto de un par de semanas de ensayos.

Y así, entre risas, nervios, mensajes emotivos de despedida y lagrimitas de los padres, como si de una estación de tren antigua se tratase, los que ya no son tan niños dicen adiós a una etapa de su vida y pronto prepararán las maletas para emprender su viaje a Ítaca, que imaginan lleno de aventuras y experiencias, aunque no siempre exento de temibles lestrigones y cíclopes que les harán añorar los protectores brazos de sus padres.

Rodrigo V.

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