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miércoles, mayo 8, 2024

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Libros mágicos

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Al margen

Hola, señor Koreander. Perdone mi súbita entrada en su librería, pero es que me persiguen para maltratarme y necesitaba esconderme de los virus, los políticos, la guerra, los precios de la luz, el gas o la comida, la inflación, las redes sociales, el cambio climático… Es horrible vivir ahí afuera. Necesito quedarme un rato aquí, en este lugar que se me antoja aún más interesante que la famosa librería Lello de Oporto. Prometo no molestar mientras echo un ojo a sus montañas de libros aparentemente descolocados, pero que seguramente guardan un orden que solo usted conoce. Además le compraré un cuaderno para ir apuntando algunas cosas que siempre se me olvidan y un paquete de folios para ir escribiendo mi propia historia interminable que nunca será publicada pero la guardaré para leerla cuando pueda invertir el tiempo en cosas menos prosaicas que ganarme la vida. Como decía Facundo Cabral: “Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas”.

Además hoy estoy un poco más triste porque acabo de leer que Vangelis ya no podrá componer más música como la que escuchamos cuando necesitamos desconectar un rato y no nos da tiempo a escondernos en esta librería.

En fin, señor Koreander, no le entretengo más, que posiblemente tendrá usted que hacer más cosas, como por ejemplo, ir a la Feria del Libro de Medina. No se preocupe, yo me quedo aquí hasta que vuelva y le cuido este museo lleno de conocimientos que solo necesita de unas manos capaces de abrir un libro y meterse dentro de él. Quizás aproveche para leer alguna de aquellas obras que no leí en el instituto y en la Facultad. Usted aproveche para salir un rato y disfrutar del mundo exterior leyendo, como decía Quintín Cabrera: “Las ciudades son libros que se leen con los pies”.

Rodrigo V.

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