Al Margen
– ¿No pueden manifestarse en otro sitio sin molestar a los demás con sus ruidos, bocinas y cortes de tráfico?
– No me puedo creer lo que estás diciendo. Esa frase le pega más a un ni-ni que no ha visto una gallina viva en su vida o a una pija que no sabe lo que es una espiga o una cepa de un majuelo. Pero tú eres licenciada y das clases en un instituto, con lo cual se te supone más instruida y tolerante.
– Yo me he ganado mi puesto a base de estudiar, no de montar jaleo por la calle. Además son todos unos fachas y lo que quieren es desestabilizar al gobierno.
– […]
Tuve que dejar la conversación porque era evidente que no conducía a nada coherente.
Cuando el último argumento para criticar a un colectivo es englobarle en su conjunto como “facha” o “comunista” o cualquier otra lindeza por el estilo es porque no se tienen las cosas demasiado claras. O quizás no interesa saber más del tema y se recurre a esos tópicos que agotan cualquier vía de diálogo sensato. Más aún cuando los políticos de ideologías semejantes se quitan la razón entre ellos. No hace tanto de aquella frase de Alberto Garzón sobre los filetes: “Para que tengamos 1 kilo de carne de vaca se requieren 15.000 litros de agua”. Y la respuesta de Pedro Sánchez: “A mí, donde esté un chuletón al punto… eso es imbatible”. Además, llegado el caso, pueden negar cualquier cosa que hayan dicho antes o mentir descaradamente con la excusa de haber “cambiado de opinión”. Hace un tiempo se escuchaba a Pedro Sánchez diciendo: “Un gobierno sin presupuestos no gobierna nada”. En cambio ahora renuncia a presentar el de 2024 y prorroga el anterior. ¿No va a gobernar nada? Incluso Yolanda Díaz le ha puesto mala cara, pero para cambiar el foco de atención es mejor proponer el cierre de los bares unas horas antes o prohibir que se fume en las terrazas. El caso es tener entretenida a la gente con chorradas y no hacer caso a nadie, por mucho que se manifiesten con tractores o por un hospital o lo que sea.
Rodrigo V.
