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jueves, mayo 2, 2024

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Un grito de desesperación desde los campos de España 

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EDITORIAL

A lo largo de estos últimos meses, y más concretamente en estas últimas semanas, Europa ha sido testigo de una palpable y creciente indignación del sector agrícola en cada uno de los países miembros. Como no podría ser de otro modo, España no ha sido la excepción. Un hartazgo que ha atravesado también las calles de la Villa de las Ferias. Este mismo viernes, multitud de agricultores se subían a sus tractores en plenas Tierras de Medina, para dirigirse a la cabeza de la región, Valladolid, con el fin de exigir un plan de choque que sirva de paraguas a uno de los gremios más importantes y fundamentales en nuestra nación.

Hombres y mujeres que madrugan; que tributan en España; que luchan por dar de comer a generaciones enteras y que, justamente ahora, exigen una rápida atención a los desafíos que han llegado de la mano de problemas tan acuciantes como la sequía o la escasez provocada por la guerra en Ucrania. Pero, al mismo tiempo, hombres y mujeres que claman por un cambio significativo en las políticas que les están afectando hasta el momento.

Si hay algo que se percibe en el ambiente es que los agricultores de España han alcanzado niveles sin precedentes de frustración. Las demandas de un trato justo, precios justos para sus productos y un apoyo gubernamental adecuado resuenan en los campos de toda la península. Y, más en particular, en esta comunidad que tantos profesionales de este sector hospeda.

Los agricultores españoles se sienten marginados, olvidados y enfrentándose a una situación cada vez más desequilibrada. Sin ir más lejos, uno de los puntos de discordia lo marca la disparidad entre los costes de producción y los precios de venta. Los agricultores en España se encuentran ciertamente atrapados en una situación donde los márgenes de beneficios cada vez son más estrechos. a pesar de su arduo trabajo y dedicación, los precios impuestos por los intermediarios y las grandes cadenas de distribución de alimentos dejan al sector con márgenes insostenibles.

Por no hablar del escenario de emergencia climática actual. Es en este punto donde el sector ha de enfrentarse a condiciones impredecibles, que afectan negativamente a los rendimientos de los cultivos. Por ende, la falta de medidas de apoyo específicas para hacer frente a este tipo de vicisitudes agrega una capa adicional de complejidad a la ya precaria situación.

Pero, he aquí la clave… ¿y si hablamos de las políticas? para abordar de manera efectiva esta crisis es más que necesaria una revisión urgente de estas mencionadas políticas agrícolas tanto a nivel nacional como de la Unión Europea. Los agricultores claman a gritos medidas concretas que garanticen precios justos, acceso a créditos asequibles y el apoyo en la implementación de prácticas agrícolas sostenibles.

Por no hablar de la necesidad de sacarse un doctorado para entender la documentación oportuna que se ha de presentar a cada paso en este gremio. La burocracia que rodea las ayudas y subsidios también debe simplificarse para que los agricultores puedan beneficiarse con celeridad y de manera eficientes.

En estos términos, es de vital importancia que la Unión Europea demuestre esa solidaridad de la que presume desde su fundación, y abogue por la empatía para con los agricultores. Sin descartar la creación de unos fondos específicos para hacer frente a crisis agrícolas, así como la promoción de prácticas comerciales más equitativas.

En vez de legislar desde un sillón, quizá es mejor remangarse e ir al campo para ver qué está pasando.

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