El 15 de junio Mari Carmen dejó huérfanos a sus muñecos. Justo un mes después ha sido Francisco Ibáñez el que se ha dado mus y ha dejado la partida que llevaba jugando durante 87 años, muchos de ellos junto a Mortadelo y Filemón, a ratos con Pepe Gotera y Otilio, en ocasiones con el Botones Sacarino, Rompetechos, aquella familia Trapisonda (un grupito que es la monda), los vecinos del número 13 de la Rue del Percebe o incluso el profesor Bacterio, la secretaria Ofelia y hasta el superintendente Vicente.
Si a eso le unimos que Les Luthiers están haciendo su gira de despedida definitiva, ya sin Marcos ni Daniel, parece como si se avecinase el fin del humor de una época, de nuestra época, desde que devorábamos tebeos hasta que nos partíamos de risa con las desventuras de Mastropiero.
También se nos han ido, hace poco, Antonio Gala y Fernando Sánchez Dragó, a los que a veces hemos relegado para mejor ocasión y ya no podremos enviarles un tuit de agradecimiento por sus obras.
Pero es que además estamos perdiendo a las icónicas bellezas que llenaban nuestros más inconfesables sueños. No solo Raquel Welch o Gina Lollobrigida, incluso Laurita Valenzuela y Carmen Sevilla que fueron jóvenes antes que nosotros y preferimos recordarlas de aquella manera y en aquellas películas. También Jane Birkin, la que te decía “Je t’aime” entre jadeos y una música de fondo que incitaba a cerrar los ojos y abrazar a la almohada, salvo mejor opción, llegado el caso. Y a propósito de música, también nos dejó Tina Turner, que siempre vivirá en nuestra memoria como el conejito de Duracell, llena de energía.
Como decía aquella canción, también de nuestra época, “todo llega a su fin”, pero asusta un poco cuando se suceden y encadenan una serie de finales de personas a las que has considerado, alguna vez, como la canción de Tina Turner: “You’re simply the best”.
Rodrigo V.
