Después de las celebérrimas efemérides sobre las épicas andanzas de Jesucristo y tras un baño óptico a base de múltiples hábitos, cíngulos y otras parafernalias esdrújulas, este fin de semana toca leer. O por lo menos echar un ojo a los libros estratégicamente colocados en los distintos puestos que les cobijan del sol junto a alguno de sus felices autores, ávidos de manuscribir idílicas palabras dedicadas a quien se digne y apreste a comprar una de sus obras.
Así, pues, la Plaza Mayor se empapela de cultura una semana antes del tradicional Día del Libro, fecha que, si lo piensas un poco, está cuajadita de óbitos, dado que tal día de 1616 murieron Cervantes y Shakespeare (aunque hay un cierto desajuste entre el calendario juliano que entonces usaban los ingleses y el gregoriano que ya usaban en España) y también Garcilaso de la Vega, pero no el que te enseñaron en el colegio sino su sobrino-nieto, hijo de un conquistador español de la nobleza extremeña y de una ñusta (princesa inca), conocido como el Inca Garcilaso de la Vega, sobre todo al otro lado del Atlántico.
También el 23 de abril de unos cuantos años antes, como bien sabes, murieron los cabecillas comuneros de la batalla de Villalar. Y ese mismo día y año murió también Magallanes (aunque quizás fue el 27). Mucho después, en 1967, despegó el Soyuz 1, primer vuelo tripulado de la URSS. El astronauta murió al estrellarse volviendo a la Tierra.
En fin, un día fatídico que, sin embargo, celebramos de múltiples formas porque además es San Jorge, Día de la Cerveza en Alemania y patrón de Gran Bretaña. Además también es el día en el que apareció el ZX Spectrum en 1982 y el día en que se subió el primer vídeo a YouTube en 2005.
Y entonces los libros empezaron a acumular polvo en las estanterías. Coge el plumero y vuelve a leer.
Rodrigo V.
