El efecto Dunning-Kruger es el sesgo cognitivo por el cual las personas con baja habilidad en una tarea sobrestiman la suya propia. Suele explicarse en términos de habilidades metacognitivas. Este enfoque se basa en la idea de que las personas de bajo rendimiento tienden a sobrevalorarse a sí mismas porque no ven la diferencia cualitativa entre sus rendimientos y los de otras personas. También se ha denominado el «relato de la doble carga», ya que la falta de habilidad va acompañada de la ignorancia de esta falta.
Resumiendo, es algo parecido al “cuñadismo” pero peor, ya que las personas que lo padecen están convencidas de ser más listas y capaces que los demás y se embarcan en aventuras que les quedan grandes, pero ellos no lo saben.
¿A qué viene todo esto? Estamos conociendo a los candidatos municipales de varios partidos y de varios pueblos. Una vez más tienes la sensación de “¿qué pinta ese (o esa) en la lista si no sabe hacer la o con un canuto?”. Pues eso, que van sobrados de autoestima y son capaces de presentarse a esto, aquello o lo de más allá. El problema es que a veces hasta llegan a cargos de responsabilidad y se dedican a infravalorar a todos los que les rodean. Ejemplo fácilmente reconocible: la ley del “solo sí es sí”. No es que esté mal parida es que los jueces no saben aplicarla. Pero eso no lo dice un magistrado de carrera con dilatada experiencia, lo dice una mindundi incapaz de reconocer sus limitaciones, ya que lo mismo te explica cómo hacer una felación o cómo llegar a ministra del Gobierno. Vale para todo y lo sabe todo.
Lo malo es que ese proceder está muy extendido y cada vez hay más “Dunning-Kruger” en despachos, oficinas, empresas o en la barra del bar criticando a ingenieros, arquitectos, médicos, periodistas o cualquier profesional sin haber pisado una universidad y con responsabilidades que afectan a mucha gente.
Rodrigo V.
