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viernes, abril 26, 2024

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¿Qué hacer si nuestro hijo adolescente quiere dejar los estudios?

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Redacción.-

A medida que nuestros hijos van creciendo, lo habitual es que vayamos delegando más responsabilidad en ellos. Dentro del ámbito académico, no en pocas ocasiones nos encontramos con chicos que han recibido ayuda continua de sus padres o profesores particulares durante primaria y que, al entrar el instituto, esos apoyos disminuyen por múltiples factores (falta de tiempo disponible, nivel de exigencia académica, reparto de tiempo con otros hermanos en edad escolar, percepción de no necesitar ayudas, etc.). Si dicha transición se produce de manera abrupta, nos podemos encontrar con chicos que, realmente, no saben cómo tienen que hacer sus tareas académicas o cómo deben estudiar.

¿Cómo podemos identificar que nuestro hijo adolescente no sigue el mismo ritmo que su clase?

Suele traducirse en la aparición de problemas en su rendimiento, siendo diversas las potenciales notificaciones que se pueden llegar a recibir por parte del profesorado, desde la falta de entregas de tareas o trabajos, escasa participación en clasebajo rendimiento en pruebas académicas o faltas de asistencia, falta de organización y/o responsabilidad, entre otras.

En casa, el principal indicador que vamos a obtener, y el más objetivo, es la falta de resultados. Pero también podemos observar diversas manifestaciones como pueden ser:  el adolescente que aparentemente pasa horas “estudiando” en su habitación, el que continuamente se queja de la calidad docente del profesorado o del trato adecuado, aquel que pierde el tiempo en cosas poco importantes o el que nunca tiene nada que hacer. Sin embargo, los resultados no concuerdan con el nivel de esfuerzo que refiere estar realizando, manifestándose esta discrepancia incluso cuando aprueban las asignaturas y realmente han invertido tiempo en ello.

¿Puede generarle frustración y ansiedad para decidir dejar sus estudios?

Evidentemente. Si el adolescente cree erróneamente que está haciendo todo lo que puede hacer por alcanzar sus objetivos y aprobar sus asignaturas o lograr una determinada nota y no lo consigue, aparecen las frustraciones, sentimientos de fracaso, angustia, valoraciones negativas sobre sí mismo y sobre sus capacidades, etc. No obstante, que esto se produzca no implica que inmediatamente pueda plantearse abandonar sus estudios.

Este conjunto de atribuciones y emociones se van a convertir en un factor de riesgo de dicha posibilidad. De modo que el impacto que tenga en cada adolescente dependerá de sus propias características, del tipo de apoyos con los que cuente en su familia y en el centro escolar, entre otros factores.

¿Qué otros factores pueden influir en “querer abandonar”?

Existen múltiples factores que van a variar según el adolescente y sus circunstancias. Algunos son la necesidad de refuerzos inmediatos, la falta de definición de metas a medio y largo plazo, las dificultades para llegar a un equilibrio entre la vida social, las potenciales relaciones de pareja y los estudios. Así como también las comparaciones que pueden establecer sobre el éxito o la capacidad de otros iguales -que los llevan a considerar que se encuentran en una posición de inferioridad que no es objetiva-, la falta de apoyo percibida u objetiva por parte de quienes le rodean (padres, profesores, amigos) o la existencia de algún estado emocional que le genere desequilibrio o patología (estados depresivos, trastornos de la conducta, trastornos de la conducta alimentaria, etc.).

¿Cómo ayudarle a recuperar la motivación?

Es fundamental que seamos capaces de “leer” a los estudiantes. La motivación no es algo que vayan a recuperar de un día para otro. Por esta razón, consideramos que la comunicación es un elemento esencial para poder mantener una relación sana con los adolescentes. Esta nos permitirá descubrir sus necesidades, preocupaciones y anhelos, facilitando que podamos aportarles recursos que pueden escapar de nuestro papel como padres, tales como la ayuda terapéutica como un especialista en Psicología.

Del mismo modo, facilitarles los recursos externos que puedan necesitar tanto para revertir los malos hábitos que hayan adquirido a lo largo de su vida académica, así como para paliar el impacto emocional que hayan podido tener los fracasos percibidos.

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