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jueves, abril 25, 2024

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OTAN y girasoles ucranianos

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Al margen

Con la gasolina a dos euros por litro, la electricidad coqueteando con los 500 € por megavatio y el aceite de girasol desaparecido de los lineales en los supermercados como si fuese papel higiénico de hace dos años, uno ya no sabe qué pensar sobre la situación que nos rodea.

– Es que el aceite de girasol viene de Ucrania.

– ¿Cómo es posible que Ucrania, con menos horas de sol, produzca aceite de girasol para España, que vamos sobrados? ¿También venía de China el papel higiénico y por eso se acababa al principio de la pandemia? ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Acaparar trajes de faralaes de Taiwán por si China lo invade? ¿Qué coño producimos en España? ¿Por qué agotamos unos productos y no otros? ¿Qué grado de conocimiento y de reflexión tenemos?

– No le des vueltas. Eso es como aquel chiste en el que se reunían los dirigentes del mundo en una cena y le decían a un camarero: “Estamos preparando una guerra y vamos a matar a 90.000 ucranianos y un dentista suizo”. El camarero preguntaba: “¿Por qué un dentista suizo?”. Y entonces Putin les decía a los demás: “¿Lo veis? A nadie le importan los ucranianos”.

Macabro chiste, dada la actualidad, pero no carente de cierta realidad cuando escuchas a José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores español, diciendo que la OTAN no va a hacer nada que dé excusas a Putin para escalar en la guerra en Ucrania.

Entonces, ¿para qué vale la OTAN? ¿Para permitir que cualquiera invada un país ante la pasividad de los vecinos de al lado? ¿Dónde están los diplomáticos que tendrían que negociar la PAZ auténtica y la prosperidad de Europa y el resto del mundo? Una vez más estamos ante aquella frase: “Primero vinieron a por los judíos, pero como yo no lo era, no hice nada…”

Rodrigo V.

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