Leo una noticia: “Proponen usar poblaciones de lobos para controlar el crecimiento de ungulados en Castilla y León”.
Resulta que alguien ha hecho un estudio y ha descubierto que han aumentado los accidentes de tráfico por culpa de los corzos y jabalíes entre el año 2006 y el 2021. Se podían haber ahorrado los primeros 14 años y haberlo dejado en el 2020 y 2021, que fueron los años de la pandemia, cuando nadie podía salir a cazar y los corzos paseaban por las calles de Valladolid mientras que los jabalíes llevaban a sus jabatos a los parques infantiles de las ciudades.
El estudio podía haber sugerido la caza controlada de semejantes mamíferos, pero no. Decidieron encender otro porro y acabaron considerando que lo mejor es criar lobos y explicarles que deben de comer jabalíes salvajes en vez de ovejas y cabras domésticas indefensas. Lo que no sé es cómo lo van a conseguir. Quizás recordaron aquella escena de Pulp Fiction en la que se decía: “Hola, soy el señor Lobo, soluciono problemas”. Ya está, arreglado. Enciende otro, pero menos cargado.
Toda la vida el campo lo han gestionado las gentes que vivían en él (ganaderos, agricultores, cazadores, pastores…) y todo funcionaba bien hasta que los urbanitas decidieron descubrir los pueblos y empezaron a pasar cosas tan absurdas como aquel huésped de casa rural que denunció a un vecino porque sus gallos le despertaban a las 7 de la mañana. Luego proliferaron los ecologistas de ciudad y alguien dijo que las vacas son las causantes del cambio climático. Y que los gallos violan a las gallinas, no como los lobos, que piden consentimiento a las lobas a cambio de destrozar un rebaño de ovejas, que son muy dañinas porque balan por encima de sus posibilidades y lo llenan todo de cagaditas.
En fin, qué le vamos a hacer. La estulticia y la inteligencia artificial cabalgan juntas contra la cultura del ser humano. Por lo menos estarán contentos porque los toros de la feria van a vivir una semana más gracias a la lluvia.
Rodrigo V.
