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lunes, junio 17, 2024

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«True crime» Entre el entretenimiento y la invasión de la privacidad

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El impacto psicológico en las familias de las víctimas y la polémica sobre el derecho a la intimidad

El género del true crime, que narra crímenes reales con un enfoque dramático, ha ganado una gran popularidad, pero también ha generado debates sobre la invasión de la privacidad y el impacto en las familias de las víctimas. Este género, que atrae a audiencias masivas, puede tener consecuencias psicológicas devastadoras para quienes reviven sus tragedias personales a través de los medios.

Patricia Ramírez, madre de Gabriel, un niño asesinado en 2018 en Almería, ha pedido públicamente que no se explote comercialmente la trágica muerte de su hijo en series o documentales. «Nadie debe sacar rédito económico de la muerte de mi hijo», declaró en una rueda de prensa, visiblemente afectada.

El éxito de series como «Caso Asunta», sobre el asesinato de Asunta Basterra, demuestra el atractivo del true crime. Con 11,9 millones de visionados en Netflix, la serie destaca cómo el morbo y el realismo capturan la atención del público. «El true crime local tiene más repercusión en su territorio porque conecta con audiencias que conocieron el caso en las noticias», explica Elena Neira, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

El equilibrio entre el éxito del true crime y el derecho a la privacidad

La popularidad del true crime no deja de crecer, pero plantea una delicada frontera con el derecho a la privacidad. Según Eduard Blasi, profesor de la UOC, «los hechos noticiables de relevancia pública están protegidos por la libertad de expresión e información». Sin embargo, el contenido sensacionalista puede vulnerar la intimidad de las personas involucradas.

Patricia Ramírez está tratando de impedir que Ana Julia Quezada, la asesina de Gabriel, grabe un documental desde prisión. Aunque la normativa de protección de datos no se aplica a personas fallecidas, la familia puede emprender acciones legales si se vulneran derechos al honor, intimidad o imagen del niño.

En algunos casos, los creadores de contenido evitan permisos familiares cambiando nombres y detalles para proteger la identidad. Sin embargo, las víctimas vivas y los agresores tienen diferentes niveles de protección legal. La difusión del nombre de una víctima en situaciones comprometidas, como violaciones, no está justificada, mientras que la exposición del nombre de un agresor puede ser relevante en contextos judiciales.

El impacto psicológico del true crime en las familias

Las familias de las víctimas sufren una revictimización al ver sus tragedias dramatizadas y difundidas masivamente. «Este tipo de exposición impide a las familias cerrar las heridas y vivir un presente sin el constante recuerdo del pasado», señala Sylvie Pérez, profesora de la UOC.

El debate ético sobre la responsabilidad de los creadores de true crime es complejo. Neira subraya que la participación de las personas afectadas y el tono narrativo son cruciales. Blasi añade que el interés público no siempre justifica la difusión de información, especialmente si hay oposición expresa de las familias.

La atracción del true crime: ¿por qué gusta tanto?

El true crime atrae principalmente a mujeres de generaciones X y mileniales. Un estudio revela que un 80% del público de pódcast de crímenes reales es femenino. Esta afición, además de la identificación, puede estar motivada por el deseo de aprender técnicas de supervivencia ante situaciones extremas. «Descubrir cómo evitar convertirse en una víctima o saber defenderse es una de las principales razones que explican la atracción femenina por este género», concluye Neira.

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