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sábado, abril 27, 2024

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El ‘coworking’ rural como solución a la despoblación en España

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Redacción.-

En un momento en que la despoblación afecta a miles de municipios en España, el concepto de ‘coworking’ rural emerge como una esperanzadora solución para recuperar y atraer población a las zonas rurales. Según Carles Méndez, investigador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) especializado en coworking, el establecimiento de espacios de coworking con infraestructuras adecuadas y programas de actividades puede ser un atractivo poderoso para revitalizar estas áreas.

La despoblación, que afecta especialmente a los municipios pequeños, ha llevado a la pérdida de población en más de 6.200 municipios en la última década, lo que equivale a tres de cada cuatro términos municipales. En este contexto, el coworking rural se presenta como una alternativa viable.

En España, destacan iniciativas como Cowocat Rural en Cataluña, que se ha convertido en un referente en Europa. Sus profesionales han asesorado a proyectos similares en otros países europeos, incluyendo Alemania. Otras organizaciones relevantes son Cowocyl y el proyecto Sierra de la Demanda en Castilla y León, donde la despoblación es especialmente significativa, así como en Extremadura, Galicia y Asturias. A nivel europeo, Bélgica y Alemania lideran la tendencia, seguidos por Irlanda y los países bálticos.

El éxito de estas iniciativas radica en la flexibilidad de los técnicos y gestores que las impulsan, así como en el apoyo financiero de las autoridades locales y regionales. Este respaldo ha permitido crear y mantener estos espacios, garantizando su crecimiento y atractivo.

El coworker rural: autónomo y freelance

El perfil típico de los usuarios del coworking rural se caracteriza por ser autónomo o freelance, a diferencia del coworking urbano, que a menudo alberga trabajadores corporativos. Estos trabajadores valoran las comodidades que ofrece el entorno rural y, en algunos casos, trabajadores por cuenta ajena optan por estos espacios para combinar trabajo y calidad de vida en un entorno natural.

Durante el período posterior a la pandemia de la COVID-19, el teletrabajo ha impulsado un aumento significativo en el número de trabajadores por cuenta ajena que utilizan el coworking rural. Sin embargo, la mayoría de los usuarios siguen siendo freelance y autónomos, quienes encuentran en estos espacios una forma atractiva de equilibrar trabajo y bienestar en entornos rurales.

Profesionales de TIC, ingenierías y comunicación

El coworking rural no solo atrae a trabajadores independientes, sino también a profesionales de empresas y organizaciones, en particular aquellos relacionados con las tecnologías de la información y comunicación (TIC), ingenierías y comunicación. En Cataluña, aproximadamente el 45% de los usuarios de estos espacios rurales provienen de estos sectores, mientras que el 55% restante abarca diversas áreas, como artes gráficas y turismo, entre otras.

La versatilidad del coworking rural lo hace atractivo para una amplia variedad de perfiles profesionales, desde autónomos y freelance hasta trabajadores por cuenta ajena que buscan un entorno laboral más natural.

Sinergias y riesgos del coworking rural

El coworking rural ofrece la posibilidad de crear sinergias tanto en el ámbito social como económico que superan las capacidades de los espacios de coworking urbanos. Estos entornos pueden fomentar vínculos más estrechos entre profesionales, facilitando colaboraciones y sinergias que enriquecen las oportunidades de negocio y el intercambio de conocimientos.

La atracción de talento y profesionales a las áreas rurales no solo beneficia directamente a la generación de riqueza y actividad económica, sino que también contribuye al desarrollo de servicios y a la economía local. Aprovechar las ventajas únicas que ofrecen los espacios rurales puede transformar la economía y la demografía de estas áreas, haciéndolas más atractivas para nuevos residentes y empresas, y fomentando la cohesión social y el desarrollo sostenible.

No obstante, el coworking rural también presenta desafíos económicos, especialmente en términos de viabilidad. A diferencia de los coworkings urbanos, donde el alquiler de espacios es suficiente para mantener la sostenibilidad económica, los coworkings rurales a menudo tienen menos usuarios. Para garantizar su viabilidad, estos espacios deben depender en gran medida de financiación pública o diversificar sus servicios más allá del simple alquiler de espacios.

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