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viernes, mayo 3, 2024

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Cartas: ‘Agradecimiento y Reconocimiento’

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CARTAS

A mi padre le diagnosticaron en marzo de 2022 un cáncer de páncreas. Le hicieron una primera intervención en el Hospital de Medina del Campo. Cuatro meses después, el 12 de julio, el equipo del doctor Mario Montes, del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, intentó extirpar el tumor. La operación no salió bien. Ni mal. No se pudo hacer. Entonces comenzó la quimioterapia . Tres sesiones al mes durante casi un año. Contra todos los pronósticos, un año después de la primera, las circunstancias eran favorables para una segunda operación, de nuevo el 12 de julio. Era una operación compleja y arriesgada. Lo sabíamos. La operación se convirtió en tres intervenciones en un plazo de seis días. 34 días después, ya ha vuelto a casa sin el tumor. Su horizonte de muerte se ha convertido en esperanza de vida.

Esta es una carta de agradecimiento a todo el personal del Hospital: celadores, nutricionistas, fisioterapeutas, auxiliares, enfermeras, oncólogos, médicos, cirujanos y todo los que hacen posible que funcione ese Hospital. El trato, la profesionalidad, el rigor y la humanidad de la inmensa mayoría de las personas que le han tratado en la REA y en la planta de 5ª exceden con mucho sus obligaciones profesionales.

Mi padre, Alberto García Arribas, trabajó durante cuarenta años en una fábrica y nunca estuvo de baja médica. Se jubiló hace once años y parece que está compensando la factura. Durante estos días hemos especulado con el coste real de las operaciones, el ingreso y el tratamiento. Ni lo sé ni lo quiero calcular porque resulta un poco obsceno poner precio a la vida, que es definitiva de lo que hablamos. Sin embargo, es evidente que sin un sistema público de salud, que no existe en todos los países, hace tiempo que mi padre hubiera muerto acompañado de una inmensa deuda.

El conjunto de hechos que hacen que mi padre aún pueda sobrevivir al cáncer se compone de algo de suerte, un poco de su propia fortaleza, de los avances en la cirugía y en la quimioterapia, de la inversión pública, del empeño del doctor Montes en operarlo y del buen hacer de todo el personal del Hospital. Pero el desempeño y la profesionalización no operan en el vacío. Los sanitarios hacen lo que hacen, supongo, porque trabajan con la salud de las personas, y es una razón suficiente, pero también porque lo pueden hacer dentro de un sistema de salud público que se lo permite y que no distingue, o no debería, entre vidas de primera y vidas de segunda.

Esta es una carta de agradecimiento pero también de reconocimiento a nuestro sistema de salud. Ambas cosas son necesarias. La semana pasada salió a la calle una multitud en Medina del Campo para pedir que no se desmantele ese hospital. Y ante los cantos de sirena de tentaciones privatizadoras sobre la sanidad para hacer negocio, que sirva este testimonio para recordar que necesitamos reforzarla. El primer paso para sanar a los enfermos es proteger a los que los atienden.

Saúl García.

Puede remitirnos su carta al correo electrónico: [email protected]

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