P. De la Fuente-. «Caíste golpeando el suelo pero nada pasó, la hierba siguió temblando, el viejo castaño susurró como las bocas de toda una arboleda, cayó una hoja del otoño rojo, firme siguieron trabajando las horas en la tierra». Neruda no fue el único poeta que hizo alusión a este rico fruto que tanto caracteriza al periodo invernal. Y es que son muchas las personas que caen rendidas a su forma y fondo, pues las castañas son un puro manjar gastronómico para estos días. Al olor de las mismas, son muchos los medinenses que se dan cita en un pequeño puesto ubicado en las proximidades a la calle Padilla -pero todavía en un tramo ubicado en la Plaza Mayor de la Hispanidad-. Así, frente a la sucursal del Banco Santander, Rosa Eva Benito Migueláñez atiende a las peticiones de los visitantes que, por docenas, deciden comprar sus cucuruchos calentitos. Lleva un total de 13 años en este quiosco con forma de trenecito, al que se acerca, asegura, multitud de niños y niñas que, instruidos en el colegio, quieren conocer al detalle el proceso por el que se asan las castañas. Nos cuenta muchas cosas más en esta última entrevista del año.
¿Cuánto tiempo lleva ejerciendo la profesión de castañera en Medina del Campo?
Llevo trece años con este 2022. Mi primer año no se me olvidará nunca. Lo cierto es que cogieron a otra persona tras realizarnos una entrevista tanto a ella como a mí. Le dejaron un total de cuatro días. En ese cuarto día, me llamaron por la noche para preguntarme si el puesto me seguía interesando y les dije que sí. Y así fue.
¿Se ha dedicado anteriormente a esta experiencia al oficio?
No. Pero yo siempre he conocido el oficio al criarme con mi abuela, que tenía castaños, brevales, etcétera. Al ser de pueblo, teníamos las cosas más características de los pueblos.
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