Nuestra primera constitución, la Pepa

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Leyendo un libro sobre la Guerra de la Independencia en el que D. Jasé María Queipo de  Llano, Conde de Toreno (Uno de los impulsores y defensor del texto constitucional en las Cortes de Cádiz) relata el acontecimiento de cómo se empezó a crear nuestra primera constitución bajo el duro estruendo de los cañones franceses en la Isla de León  (San Fernando) la Pepa como se llamó vulgarmente, incorporó la separación de poderes y retiró el control absoluto a la monarquía. La soberanía, poder pleno y supremo del Estado, pasó a la Nación y el poder del rey se vio limitado y sus actos debían ser refrendados por los Secretarios de despacho.

En este pasado domingo en que celebramos la Constitución del 78, no está de más que hagamos un poco de historia sobre la primera constitución que tuvimos la del 19 de marzo de 1812 en que en este nefasto año  se han cumplido doscientos ocho años de su promulgación en la ciudad de Cádiz, no puedo por menos que recordar con emoción el comportamiento de aquellos hombres de todas clases sociales llegados de todas partes de España y de algunas de sus colonias, una constitución que aunque tenia muchas carencias en aquellos tiempos era un compendio de sentido común y libertad como nunca habíamos conocido, pues pasamos de un absolutismo a una incipiente democracia, en aquella constitución que contaba con 384 artículos organizados en diez títulos me llama poderosamente la atención sus primeros artículos, que han servido de base a las siguientes constituciones que hemos tenido y cuya redacción marcaron un  paso importante en nuestra historia. Art. 2º “La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”.   Art. 3. “La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”. Art. 4. “La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”. Que ejemplo nos dieron aquellos diputados que pese a los duros y tristes momentos que vivían, en una lucha desigual enfrentándose al ejército más poderoso del mundo, jugándose la vida fueron capaces de redactar una obra de esa categoría. En estos tiempos que  corren donde muchos de esos derechos se ponen en duda por algún que otro presidente autonómico  y apenas se respetan, por aquel entonces no había florecido la semilla del separatismo y todas las regiones de España y alguna de sus colonias se unieron con un solo fin mantener la unidad e integridad de España y expulsar al invasor y lucharon hermanados demostrando al mundo que los ejércitos de Napoleón no eran invencibles, unidos le derrotaron en Bailen, Los Arapiles, Vitoria y San Marcial y en su avance llagaron hasta Bayona, y escribieron con su sangre capitaneados por Palafox la numantina defensa de la ciudad de Zaragoza y con Álvarez de Castro la de la Ciudad de Gerona.

Con la restauración de la corona y la llegada del impresentable Rey  Fernando VII, (Que pasó a la historia como el Rey Felón) que en un principio aceptó y juro dicha constitución y más tarde  se desdijo y la prohibió, (Los españoles para dar a conocer aquella constitución al estar prohibida se referían a ella con el nombre de la Pepa, por haber sido promulgada el día de San José) España volvió a caer en el absolutismo, muchos de aquellos diputados fueron encarcelados y desterrados, algunos de los capitanes de las guerrillas que lucharon por la libertad se opusieron, fueron encarcelados y algunos ejecutados como Juan Martín, el Empecinado que fue condenado a muerte y  ahorcado en la ciudad de Roa, que  triste final para un héroe, así pago Fernando VII, a los que recuperaron su corona y le pusieron en el trono. La constitución actual, con sus virtudes y defectos es el único reglamento que garantiza la libertad, el entendimiento y la igualdad entre todas las regiones de España, es nuestra obligación acatarla y hacerla respetar mientras el conjunto de los españoles mediante votación universal no acuerden otra forma de entendernos.

Balbino Nieto Martín.