Editorial

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PSOE, sí; personalismos, no
Que el PSOE ha tenido una gran trascendencia como pieza clave para el desarrollo de la democracia es de toros conocido, habiendo sido su aportación fundamental para las llegadas sin traumas tanto de la Segunda República como de la actual Democracia y la redacción de la Constitución Española de 1978.
Su vocación de gobierno y la simpatía que ha sabido granjearse en el electorado le han llevado incluso a ser el partido político que mas años ha gobernado en la España actual, bajo los sucesivos mandatos de los presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, teniendo que renunciar, en determinados momentos, a su inspiración marxista, a su oposición a la entrada en la OTAN o a derechos reconocidos por exigencias de Europa.
Con motivo de las renuncias anteriormente citadas, en el seno del PSOE se produjeron profundos debates, disensiones y, por qué no decirlo, abandono del partido por parte de algunos militantes. Pero en el fondo todos esos temas eran ideológicos y de toma de posición ante problemas que era necesario abordar para modernizar el partido y llevarle, a corto o medio plazo, al triunfo electoral con los beneficios sociales que llegaron de la mano de sus Gobiernos.
Ahora, la lucha encarnizada que se está produciendo en el PSOE, que nunca se recató a la hora de lavar en público sus trapos sucios, no es ideológica, ya que facilitar o no, mediante una abstención pactada, en segunda votación, la investidura del popular Mariano Rajoy como presidente no puede ser la causa de la desintegración de un partido gubernamental con más de cien años de trayectoria. Y el “no es no” a Rajoy fue un acuerdo del PSOE federal y se ha cumplido hasta el momento.
Ahora, los problemas del PSOE son otros, son los personalismos, las parcelas de poder, el “quítate tú, que me pongo yo” y en definitiva una lucha surgida de la pretensión de algunos o algunas por contar con un Pedro Sánchez como una figura de paso hasta que llegue su momento para ocupar la Secretaría General; pero esos planes parecen haberse torcido por la firmeza de Sánchez. Y para “arrimar el ascua a su sardina”, unos y otros están utilizando argumentos propios de leguleyos en la interpretación de los reglamentos internos, indignos de un partido histórico en el que las divisiones siempre llegaron por cuestiones ideológicas, pero nunca por ambiciones personalistas que no sólo pueden poner en peligro el larvamiento del PSOE para muchos años sino también la imposibilidad de ofrecer una alternativa de gobierno seria, lo que pondría en peligro devenir de España con sosiego, tranquilidad y serenidad por el “ego” de los miembros de una clase política ya desprestigiada.
La Voz de Medina y Comarca