El Museo de las Ferias presenta como “Pieza” de septiembre un instrumento llamado “Celestina”

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Teresa García.- El Museo de las Ferias presentó como “Pieza del Mes” de septiembre un instrumento musical mecánico denominado “Celestina”, procedente de la colección expuesta en Urueña, en la Fundación Joaquín Díaz. Esta iniciativa responde a la intención de la Fundación Museo de las Ferias de dedicar durante seis meses del presente año la actividad expositiva “Pieza del Mes” a obras procedentes de Museos de la provincia de Valladolid.
Estas “innovadoras máquinas” de reproducción de música marcada en rollos de papel fueron muy frecuentes en los bailes públicos y de sociedad de los años finales del siglo XIX. En el caso concreto de Medina del Campo, desde el Museo tienen constancia de que eran habituales en los bailes festivos de San Antolín de aquellos tiempos. También conocen por una crónica extraída del semanario local “La Voz de Castilla”, del año 1885, la sorpresa que causó a los medinenses de entonces la llegada de los primeros aparatos mecánicos musicales de este tipo; dice la noticia: “nunca habíamos imaginado que la música gratis se nos había de facilitar por metros y centímetros… Nuestro buen amigo Alfredo Velasco, ha traído un piano mecánico donde la música se mide por metros y milímetros. Con decir que la jota aragonesa tiene 40 metros y sólo oírla se electrizan todos los seres electrizables, está dicho todo”.
La caja de la “Celestina”, así como la de otros instrumentos similares que tienen nombres diversos (Melodía, Symphonian, etc.) es característica y similar a la de un pequeño bureau. La tapa, que se abre hacia atrás, cubre el mecanismo neumático de un organito en el que veinte notas producidas por lengüetas libres suenan alternativa o conjuntamente al leer un rollo de papel en el que se ha codificado una melodía. Una manivela, situada en el lateral derecho de la caja, acciona un cigüeñal que mueve los fuelles y el rollo al mismo tiempo. La misma manivela, extraída ligeramente hacia fuera, mueve el rollo en dirección contraria para rebobinarlo.
Algunas compañías comerciales dedicaron gran atención, a finales del siglo XIX, a la fabricación de aparatos domésticos capaces de reproducir canciones “marcadas” previamente en rollos cambiables de papel perforado. De esta forma sustituían a los órganos de manivela con tubos, populares pero demasiado grandes para el ámbito de una casa.