Editorial

0
Durante estos días, la ciudadanía española ha presenciado el Congreso Nacional del Partido Popular -bien podría haber sido el del PSOE que para el caso es lo mismo- donde los afiliados de dicha organización, arropados por un buen número de simpatizantes que se han acercado para hacer bulto a Valencia, han reelegido a don Mariano Rajoy como presidente del mismo. Y el problema radica ahí, ya que ahora vendrán, de modo descendente, los congresos regionales, provinciales y locales. Es decir: se realiza un proceso con inversión de la lógica más elemental, ya que lo razonable sería organizar primero los congresos locales, luego los provinciales, posteriormente los regionales y finalmente el nacional. Las razones son obvias, aunque los partidos políticos no quieren entenderlo, ya que de las bases del PP o de otra formación política surgirían propuestas que, incorporadas a las de otras localidades, provincias y regiones darían como resultado un compendio de propuestas utilísimas, por ser las necesidades reales de los ciudadanos, que bien podrían plasmarse después en un gran programa electoral para competir en esa fiesta democrática que son siempre unas elecciones.
Pero no, aquí se eligen compromisarios, cuando lo mismos no son quienes ya ocupan cargos políticos de relevancia; se va a Valencia con un “tinglado” caciquil pre elaborado y los cargos ya negociados,  para votar, en función de unos avales dudosos porque a nadie se consultó, al candidato propuesto por el aparato del partido. Es decir: se vicia todo un proceso de propuestas y de personas dispuestas a defenderlas, demostrando en tal cometido su valía, en nombre de unas siglas políticas defendidas por los puristas y guardianes de esencias.
Pero tal proceder es, quiérase o no, un cortapisas para el ejercicio de la libertad, del voto y de la propia democracia. Y es que el sistema electoral español, que hoy por hoy, salvo en minúsculos municipios, no admite las listas abiertas, hace que los ciudadanos se vean obligados a votar al candidato de turno, que nunca fue elegido de manera democrática, viciando así todo el sistema y convirtiendo a los partidos políticos en máquinas de generar candidatos o aspirantes a gobernar sobre la base de intereses y de fidelidades agradecidas en función de apareamientos espurios de de rivales de lo más dispar.
Ya va siendo hora de que la ciudadanía se plantee exigir listas abiertas, ya que el actual sistema, al carecer los partidos políticos, primer escalón de democracia, de elecciones internas, puede, además de viciar todo el procedimiento, dar al traste con todo el sistema democrático sustituyendole por el caudillismo fanático.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA