EDITORIAL

0

Agua mancomunada


En los últimos tiempos no cejan las visitas de la clase política a las instalaciones de la Estación de Tratamiento de Agua Potable, ETAP, de la Mancomunidad “Tierras del Adaja”, para presentar como un logro reciente aquello que costó mucho trabajo conseguir, en muchos casos, por el denuedo de políticos que, por unas u otras razones, desaparecieron en su día del panorama de la actualidad.

 

Antes de depurar las aguas fue necesario construir el azud de captación de las mismas, por lo que es obligado rendir tributo a los dos alcaldes que, a base de esfuerzos, consiguieron sacar adelante el proyecto: se trata del fallecido regidor de olmedano José Antonio González Caviedes (PP) y del ex alcalde medinense José Antonio Pérez García (PSOE).

 

La gestión de ambos fue decisiva para dotar, inicialmente a sendos municipios, del agua mancomunada de la que ahora se benefician numerosos pueblos de la zona.

Mas si dejamos de lado la historia y nos remontamos a los tiempos casi presentes es necesario agradecer al ex concejal medinense Fidel Lambás Cid la labor que realizó para conseguir la instalación de los filtros de carbono activo y la ampliación de la planta, en unos momentos en los que el agua mancomunada era de tan escasa calidad que Medina y Olmedo se vieron en la necesidad de tener que realizar el abastecimiento de agua domiciliaria recurriendo a las perforaciones históricas.

 

De esa parte de la historia nadie habla, ni de las gestiones que Lambás -comisionado por los copresidentes de “Tierras del Adaja”, los alcaldes de Olmedo, Alfonso Centeno Trigos, y de Medina, Crescencio Martín Pascual- realizó en su día ante la Junta para conseguir agua de calidad para los municipios que se benefician de la ETAP.

 

Y es que cuando las campañas electorales se acercan los expertos en salir en las fotografías se ponen en funcionamiento y no cejan, olvidando que la instantánea debe ser siempre un reconocimiento por algo hecho y no una forma de promoción personal y partidista, porque, quiérase o no, el agua es de todos y cuando la misma se consigue tras años de trabajo debería reconocerse la labor soterrada que durante lustros realizaron personas que, sin salir en la foto, fueron los verdaderos artífices de los logros, por lo que merecerían, más que nadie, recibir el homenaje al que por justicia tienen derecho.

 

Pero la memoria histórica -no hay alusiones a lo que tales palabras pueden implicar – y la clase política parece que discurren por caminos diferentes, aunque el subconsciente colectivo de los ciudadanos, gracias a Dios, funciona.

 

LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA