Editorial

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A 30 metros del Ayuntamiento
Las imágenes televisivas, que siempre son más elocuentes e inmediatas que cuanto pueda relatarse en un artículo periodístico complementado por unas fotografías, han dejado estos días constancia de la agresión de una ciudadana por parte de una banda de jóvenes que, la verdad, dejan a Medina y a sus habitantes por los suelos, a la par que causan la sensación de que la agresión se ha producido en el extrarradio de la villa.Nada más lejos de la realidad, ya que la agresión se produjo en la medinense calle Cerradilla, en las escalinatas colindantes con los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción y a sólo 30 metros del Ayuntamiento de Medina del Campo. Una Casa consistorial que, en épocas, acogió la sede de la Policía Municipal y cuyas funciones de vigilancia han sido sustituidas por unas simples cámaras de grabación, que en la mayoría de los casos no llegan, presumiblemente, ni a visualizarse. Pero al margen de que las cintas grabadas se visualicen o no es al menos indecente que la presencia de los diversos Cuerpos de Seguridad con que cuenta el municipio no tengan lo que siempre se ha demandado desde este semanario: una coordinación total aunque sólo sea a efectos de visionar cintas y de patrullar por las calles a efectos preventivos.El espectáculo de esta agresión a una conocida ciudadana, a efectos de análisis, no debe desvincularse de la delincuencia que, prácticamente, asola al municipio desde hace meses con oleadas de robos y hechos delictivos.Y es que la presencia de bandas organizadas de corte clásico en unos casos, y también en otros, ya que aunque determinados colectivos juveniles no se reconozcan como bandas urbanas lo son, dejan evidenciar la falta de una política de seguridad y otras de carácter preventivo e informativo, destinadas éstas últimas a jóvenes y padres e incluso a ciudadanos corrientes para que sepan a qué atenerse en una Medina que aspira a ser ciudad en cuanto a servicios pero que, en el fondo, no deja de ser un pueblo desprotegido en lo que a seguridad se refiere por la ausencia total de políticas acertadas, siempre en base a los escasos presupuestos que para estos fines destina el Ayuntamiento que preside el popular Crescencio Martín Pascual.Sería más lógico, y los ciudadanos lo entenderían a la perfección, que el Ayuntamiento destinase sus recursos a prevenir la delincuencia, mediante la contratación de la plantilla completa de Policía Municipal, que a eventos fútiles a los que no concurre ni “Rita la cantaora”.LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA