El editorial de la polémica

0

Tambores de dimisión

Suenan tambores de dimisión en el Grupo de Gobierno. Sólo hay que pasar cerca de la Plaza Mayor para escuchar algo más que tambores… Gritos y discusiones son la tónica general dentro de un grupo dividido.Los males hay que buscarlos al final de la legislatura pasada. El retraso en la aprobación PGOU, que tuvo que realizarse en el último pleno, impidió que el caudillo del PP, que no es otro que Crescencio Martín, fuera repartiendo los anunciados despidos de los anteriores concejales y la búsqueda de un equipo nuevo. Sin tiempo en el horizonte electoral, el caudillo se rodeó de personas con más voluntad que preparación para el desarrollo de sus futuros cargos. A partir de ese momento, la legislatura se ha convertido en un sinfín de decisiones torpes. Empezó nombrando a su secretaria como diputada, una persona sin ningún mérito político, que desplazó a la gran promesa de la pasada legislatura, que no es otra que Silvia Pérez, la cual se destacó por su capacidad de trabajo dentro del partido.Se escapa qué otros favores habrá realizado la secretaria al caudillo para que se volcara en su elección enfrentándose a todos los alcaldes de su grupo. Hoy por hoy el caudillo es la persona más odiada dentro de su partido en la comarca, y sólo hay que acercarse a un pleno de la Mancomunidad para comprobar la animadversión que suscita dicho personaje.Por otra parte, el reparto de sueldos y competencias demostró la falta de consenso dentro de un grupo, que comprobaba que para crecer políticamente era más provechoso ser pelota del caudillo, que eficaz en la gestión de su área. El devenir del día a día ha hecho el resto y personas que no están preparadas para el mundo político, que no aguantan las críticas de los medios y de la oposición, se replantean la decisión que tomaron hace tan sólo unos meses, y es probable que a finales de año o a principios del que viene veamos las primeras dimisiones disfrazadas de “motivos personales”.El fondo de esta crisis que vive el PP de la villa no es otro que gobernar sin conocer las necesidades de los ciudadanos. El caudillo se ha rodeado de una burbuja de aduladores que le separan de la realidad, y por primera vez en su extensa carrera política se ha encontrado a los mandos de un coche, y parece que sus dotes de piloto dejan mucho que desear. Haber pasado ocho años en el sillón de atrás del vehículo, con un chófer que se encarga de conocer el destino, no le ha ayudado en su nueva trayectoria.La legislatura acaba de empezar, pero como no cambie el rumbo pronto, el accidente que sufriremos en nuestra calidad de vida es inminente, eso sí, no todos, un grupo de amigos selectos del caudillo y de su ex secretaria verán la vida, y sus cuentas bancarias, de color de rosa.LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA 24 de NOV. 2007