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viernes, marzo 29, 2024

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La conversación entre el alcalde de Medina y Domingo Ortega que vaticinó la primera cita taurina en el Coso del Arrabal 

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Paula de la Fuente-. Era 1948 cuando el prestigioso crítico taurino Antonio Díaz-Cañabate, de la mano Domingo Ortega y Luis Calvo, situaba a Medina del Campo en el mapa para materializar lo que, de manera totalmente improvisada, sería una de las precuelas que derivaría en la primera de las citas taurinas a celebrar en el nuevo Coso del Arrabal. Volvía esta ‘cuadrilla’ de Astorga, enclave en el que Ortega estaba anunciado en cartel, cuando decidieron poner rumbo a la Villa de las Ferias para cenar aquel día. De pronto, y de manera inmediata al entrar al restaurante, el alcalde de la localidad se acercó a ellos para intercambiar una serie de rumores que se mascullaban por entonces en relación a Domingo Ortega. Así se refirió el regidor el diestro:

«— ¿Es verdad lo que se dice por aquí, que piensa usted construir una plaza de toros en Medina? Vengo a ofrecerle a usted todas las facilidades posibles.

Domingo Ortega se quedó de una pieza.

— Es mi primera noticia. Jamás he pensado en construir plazas de toros, ni aquí ni en ninguna parte.

Pero el alcalde y los conspicuos de la localidad que con él iban no se convencieron con estas palabras, y durante toda la cena porfiaron para persuadir a Domingo Ortega y que este se decidiera a emprender las obras. En vano negaba una y otra vez.

—Usted sabrá por qué dice que no —alegaban—, pero nosotros lo sabemos de buena tinta.

Y allá los dejamos, seguros de que el maestro borojeño era un tuno que ocultaba sus intenciones. Y de que al año siguiente Domingo Ortega inauguraría, como torero, como empresario y como propietario, la Plaza de Toros de Medina del Campo».

Así relata la crónica, en la voz del propio Díaz-Cañabate, aquella conversación mantenida entre Aurelio Rojo -alcalde de aquella época tal y como consta en el archivo digital de la Fundación Museo de las Ferias- y Domingo Ortega, que él presenció en primera persona. Un artículo publicado en la revista especializada El Ruedo, días después de la inauguración del Coso del Arrabal (el 3 de septiembre de 1949).

«Y así ha sido: Domingo Ortega ha matado el primer toro en la nueva plaza. Pero actuó solo como torero», explicaba el crítico taurino, que además añadía: «Lo que no cabe duda es que los medinenses se han movido bien, y en el corto espacio de un año han resuelto todos los inconvenientes, y ya poseen una flamante, capaz y alegra plaza de toros. Que sea para bien de ellos de la Fiesta».

Fue gracias al empeño de la familia Casares la máxima por la que hoy la villa disfruta de una plaza de toros, definida en su momento inaugural de tal modo: «El tendido termina bajo techado. No deja de ser alegre. No es tan fácil como parece el que una plaza de toros sea alegre», en palabras de Díaz-Cañabate.

«Hasta ahora, Medina del Campo celebraba sus festejos taurinos en su hermosa plaza con soportales, cogollo de la población, que engalanan dos bellos edificios: la Iglesia de San Antolín y el Ayuntamiento. Famosas han sido las capeas de Medina del Campo; pero la villa, centro ferroviario, cerealista y ganadero, tan importante y tan rica como una capital de provincia, aspiraba, con razón, a tener una plaza de toros no improvisada, en donde pudieran verse corridas de importancia», explicaba el crítico.

Y de aquella conversación, que fundamenta esa parte de la intrahistoria unamuniana que se desprende del Coso del Arrabal, nacen también los propios hechos como tal. «En el ruedo, el escudo de la villa, dibujado en arena coloreada, presidió el despeje. Flameaban en lo alto de las gradas gallardetes, y en las barreras, que por cierto no tienen maromas protectoras, el mujerío lucía sus mantillas. No lo puedo remediar, uno es un sentimental. Me ganó un poco la emoción de asistir, por primera vez, en cuarenta años de ver toros, a la inauguración de una plaza».

Y así finalizó el crítico taurino taurino su crónica, haciendo alusión no solo a la inauguración de la nueva plaza -en la que torearon Ortega, Pepe Luis Vázquez y Manolo González, reses de la ganadería de Samuel Hermanos- también al ímpetu de toda la ciudadanía en su deseo de disfrutar y cuidar la tauromaquia medinense. He aquí otro somero capítulo más a la dilatada historia taurómaca de la Villa de las Ferias.

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