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viernes, marzo 29, 2024

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Ocho retos para el 8-M: los objetivos del feminismo en la próxima década

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Redacción.-

Es el tercer 8-M atravesado por la pandemia y, de nuevo, millones de mujeres de todo el mundo saldrán a las calles. Desde ONU Mujeres se ha propuesto el eslogan «Igualdad de género hoy para un mañana sostenible». Se trata de un reto de futuro ligado al cambio climático que sitúa la igualdad de mujeres y hombres como eje vertebrador. Pero ¿qué otros desafíos les esperan a las mujeres en los próximos años? Estos son ocho de los objetivos a los que la sociedad debe dar respuesta.

1- Educar en igualdad y perspectiva de género
Insistir en la educación no sexista es el único camino para construir una sociedad realmente igualitaria. Y educar en igualdad es, como explica Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, «educar en la diversidad». Desde etapas educativas tempranas, «hay que hablar de aceptación de las diferencias y no partir de una situación de inferioridad por ser mujer». Pérez pone el acento en varias cuestiones: verbalizar ante los niños las situaciones cotidianas en las que una mujer es considerada inferior; desterrar la visión de debilidad que en muchos espacios se ofrece de la mujer; conseguir que los adultos actúen como referentes de los menores en este aspecto y sean un ejemplo para ellos, y empoderar a las profesoras, ya que la inmensa mayoría de docentes son mujeres y «esto contribuye a que la educación parezca una cosa solo de ellas y a que se perpetúen roles de género».

En cuanto a la educación superior, Pastora Martínez Samper, vicerrectora de Globalización y Cooperación de la UOC, explica por qué se ha decidido incluir la perspectiva de género en esta universidad: «En la UOC estamos convencidas de que es imprescindible introducir esta mirada en el diseño y la implementación de la docencia, para no transmitir a nuestro estudiantado un conocimiento androcéntrico, que perpetúe y reproduzca estereotipos de género que crean desigualdad, y para transmitir a nuestras estudiantes la idea de que el conocimiento académico es para ellas, habla de ellas y puede ser producido por ellas».

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, la UOC organiza el 10 de marzo la #JornadaGenderUOC: perspectiva de género en la docencia universitaria, una jornada de reflexión y trabajo sobre la perspectiva de género y feminista en la docencia universitaria que se centrará en tres preguntas clave: por qué es importante, en qué consiste y cómo puede incorporarse a la docencia universitaria virtual.

2- Romper la brecha digital de género
La brecha salarial continúa siendo un asunto pendiente en la agenda feminista. Uno de los muchos factores que la acentúan es la brecha digital de género, es decir, un acceso desigual a las tecnologías de la comunicación e información. «Deberíamos hablar de brechas digitales y no de brecha», opina Maria Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC. «Por una parte, el manejo de la tecnología desde pequeños es desigual por el tipo de juegos a los que juegan niños y niñas. También afecta a las redes sociales: algunas redes, como Twitter, generan dinámicas de polarización, lo cual hace que sean menos amables para la mujer que para el hombre, porque las mujeres viven más en la cooperación que en la individualidad. Por último, porque la tecnología implica emplear tiempo, y muchas mujeres no disponen de él porque están cuidando de otros», afirma. Frente a estas brechas, Olivella también reconoce que «el anonimato en redes permite a las mujeres participar en espacios de debate de hombres o denunciar casos de acoso». No todo es negativo en la digitalización, pero reconoce que «no deja de ser una nueva alfabetización y, por las circunstancias que rodean a la mujer, esta ha llegado más tarde».

Para superar esta brecha, es fundamental aplicar la perspectiva de género en las tecnologías. Tal y como reconocía Susanna Tesconi, profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, trabajar sin perspectiva de género excluye a una parte de las personas usuarias, ya que despojar a la tecnología de este factor hace que se fabriquen productos no inclusivos (dispositivos para el tamaño de las manos del hombre, webs que reproducen lenguaje sexista, etc.).

3- Reforzar el concepto de economía feminista
Desde los años sesenta, cuando se acuñó el término economía feminista, han sido muchos los pasos dados en este sentido: la visibilización de la brecha salarial; una nueva perspectiva de la economía más orientada a la sostenibilidad de la vida que al provecho privado; el vínculo entre la economía productiva y reproductiva; la actual crisis de cuidados y su desigual distribución entre géneros, o la crítica a una economía tradicional ligada al neoliberalismo. Mayo Fuster Morell, directora de la Cátedra Barcelona – UOC en Economía Digital, investigadora principal del grupo Dimmons del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) y experta en innovación socioeconómica y economía colaborativa, entre otras disciplinas, considera que hay un asunto pendiente: superar la falta de conexión entre políticas sociales y de igualdad y políticas económicas. «Estamos diseñando la economía de este siglo y no se aplica perspectiva de género o no se encuentra a la mujer por ninguna parte», afirma. Las políticas europeas sí impulsan la igualdad, pero desde una perspectiva paliativa y como políticas sociales, si bien no como políticas económicas. Lo mismo se puede atribuir a las políticas locales. «No vamos a las causas del modelo económico que la provocan», añade. Y es que la incorporación de políticas de género transforma la economía. «La economía feminista está al servicio de la vida, al contrario que el modelo tradicional, que se guía por el provecho en lugar de por la sostenibilidad», explica Fuster. Otro de los objetivos que menciona la experta es el de regular la situación laboral de las trabajadoras domésticas: «no es aceptable que sean las únicas profesionales sin derecho al paro».

4- Incorporar los cuidados a las políticas sociales y económicas
Si hay un reto en cuanto a las trabajadoras domésticas, el asunto de los cuidados no es menor. Por una parte, ha sido uno de los trabajos esenciales más expuestos durante la pandemia. Lídia Arroyo, investigadora del IN3, incidía en la desigualdad de género que supone el hecho de que los cuidados estén ligados a la mujer, con los riesgos de salud y brecha salarial que comporta. Pero también toca cambiar la perspectiva de que están ligados al ámbito familiar. «Cuidar de otros es un trabajo: no tiene que ver solo con las relaciones privadas», apunta Mayo Fuster. Se necesita una reforma laboral que tenga en cuenta las cargas del trabajo de cuidados y reproductivo, esenciales para la economía. «La economía clásica asume que no necesitamos cuidados. La economía hoy no tiene en cuenta la condición humana de la vulnerabilidad», añade. Y se plantea otra cuestión: la de integrar a los hombres en los cuidados. «¿Por qué los hombres no estudian mayoritariamente enfermería, por ejemplo? No hay que poner únicamente el énfasis en que las mujeres no sean cuidadoras, sino en que los hombres lo sean también», explica Maria Olivella.

5- Empoderar a mujeres trans, migrantes y racializadas
A partir de la segunda ola, el feminismo se ha ido enriqueciendo con otros colectivos. «La primera ola estaba muy centrada en el derecho a voto, pero con el tiempo se ha ido expandiendo su agenda», aclara Mayo Fuster. Hoy, hay colectivos como el de las mujeres trans, migrantes o racializadas que aportan al feminismo. «Al principio, las mujeres trans no estaban en el debate. Pero, a medida que la sociedad ha ido evolucionando, se han incorporado nuevos colectivos». Si en los primeros compases del feminismo la imagen colectiva era la de la mujer blanca y del primer mundo, actualmente esa visión ha cambiado y el feminismo se embarca en el reto de la plena integración de todas estas mujeres desde una perspectiva interseccional. «El sexismo no es igual para una mujer blanca de ochenta años que para una niña negra de siete», indica Fuster, que también apunta en esta otra dirección: ir más allá de la dualidad mujer/hombre y tener en cuenta todas las diversidades de género.

6- Dar protagonismo a las mujeres científicas e intelectuales
Desde 2015, la ONU celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que promueve el acceso pleno e igualitario en un campo tradicionalmente ocupado por los hombres. Maria Olivella cree que, en cuanto a visibilización, «el momento actual es el más fuerte y el conocimiento está más alineado». Sin embargo, salirse de los roles de género o de las áreas de conocimiento históricamente ocupadas por la mujer sigue estando muy castigado. «Te dicen que no vas a encontrar pareja, que vas a sufrir mucho… Es un discurso que está no solo en las familias, amigos y conocidos: también en los relatos televisivos. Está presente y lo repetimos constantemente». De ahí que visibilizar referentes de conocimiento femeninos sea tan importante, con gestos aparentemente tan insignificantes como nombrar a una investigadora por su nombre y no por sus iniciales.

En el curso 2019-2020, según el INE, del total de matriculados en el sistema universitario, un 55,7 % fueron mujeres. Sin embargo, como indica Olivella, «seguimos estando en un segundo plano». «Hace falta un cambio de paradigma. Estamos ante un problema sistémico de discriminación de la mujer», continúa.

7- Retomar la unidad de los feminismos
La postura frente a la prostitución (abolicionista o no) y sobre la llamada Ley Trans ha dividido a los feminismos. La grieta en estos momentos ha llevado a que en Madrid, por poner un ejemplo, se hayan convocado dos manifestaciones (una promovida por el Movimiento Feminista y otra, por el Comité 8-M) con distintos recorridos y reivindicaciones. Reunir a los feminismos y acercar posturas es otro de los retos urgentes de los próximos años. Begonya Enguix Grau, directora del grado de Antropología y Evolución Humana de la UOC y coordinadora del grupo de investigación MEDUSA, opina que «la cuestión trans ni rompe ni debe romper el avance feminista, que, en el actual contexto de auge populista antigénero, debe mantenerse firme en la defensa de la diversidad, la pluralidad y los derechos adquiridos».

8- Comunicar más y mejor la violencia física y sexual hacia la mujer
«Las ideologías que quieren naturalizar la desigualdad de clases, razas o género han vuelto a tener legitimidad», advierte Maria Olivella. En este contexto actual, un debate que parecía empezar a superarse vuelve a cuestionarse. Este retroceso en los derechos de la mujer anuncia otro de los retos: hacer llegar (de nuevo) a todos los estratos de la sociedad la idea de que la violencia física y sexual la determina el género. En España, un 80 % de las víctimas de abusos sexuales que solicitan ayudas públicas se quedan sin compensación. Las violencias de género «han salido del armario», como explicaba Maria Olivella en una entrevista, y frente a movimientos como el #MeToo se sitúan posturas antifeministas que niegan la existencia de dichas violencias. Esto comporta que incluso una universidad como la UOC deba ponerse las pilas para acompañar y preservar los derechos que tienen las víctimas, y el papel que desempeñan las empresas o las escuelas para preservarlos no es una problemática privada en la que están solas, sino un problema público que involucra a las instituciones de todos los ámbitos. Begonya Enguix considera que «esta visión reactiva, sin dejar de ser cierta, es parcial», y posturas que parecían desaparecidas han emergido con fuerza. Para romper este mantra de ciertos sectores que afirma que la igualdad ya existe o que el feminismo ya no es necesario, se precisa «una mirada crítica que pase por la pedagogía y la confrontación con los datos ‘reales'».

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