(Entrevista completa de Onda Medina Radio a Cristina Hernández)
P. De la Fuente-. «Todavía recuerdo quién me prestó el diccionario de ruso-español» recuerda Cristina Hernández, la medinense que acogió en su hogar a un pequeño ucraniano tras la horrible catástrofe de Chernóbil. Gracias a los recortes de periódico y fotografías que guarda con cariño, se puede apreciar con todo detalle los esfuerzos de las autoridades competentes para hacer que estos pequeños, que habían vivido en primera persona la desgracia nuclear, pudieran disfrutar de unas Navidades prósperas en diferentes municipios de España, como fue Medina del Campo.
Dejando atrás el aspecto más literario de la existencia y poniendo el foco en que, realmente, la vida es un ciclo, Hernández ha vuelto al mismo lugar y por un mismo protagonista a enfrentarse a un micrófono, aunque el dolor de hoy es inconmensurable. «Fui a La Voz de Medina, que entonces estaba en el parque de Don Federico, hablé con Javier Cuevas e incluso salí por la radio. Él fue quien me prestó el diccionario ruso para poder comunicarme con mi niño ucraniano». Sin embargo, hoy vuelve a la misma cabecera, pero con otras sensaciones completamente distintas: «Para mí, está siendo muy difícil la situación, porque sé que está luchando» relata entre lágrimas, al sufrir viendo las imágenes de la invasión rusa y a sabiendas de que el hoy ya adulto podría estar combatiendo.
Con el inicio de la pandemia, Cristina Hernández lamenta que no ha podido volver a contactar con Marian Nosal, pues así se llama el entonces pequeño de siete años, que pasó 11 años consecutivos visitando la Villa de las Ferias y al que Hernández considera su «niño ucraniano, por muchos años que cumpla».
Ahora, y con el conflicto bélico en desarrollo, Cristina Hernández asegura que removerá cielo y tierra para tratar de volver a tener contacto con él y su familia, y para intentar hacerle llegar que las puertas de su casa siempre estarán abiertas.
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