Al margen
Se acaban las rebajas y llega el cambio de temporada. Esta primavera viene con muchos colores y algunos cambios. Por ejemplo, las famosas butacas del auditorio y el propio auditorio, que pasará a llamarse Emiliano Allende. Enhorabuena, Emiliano. La estación de AVE también cambia, pero solo de nombre, los asientos serán los mismos o menos, ya que paran menos trenes que antes. Por eso el Ayuntamiento instará al Gobierno de la Nación por la ampliación horaria y seguro que el Gobierno, tremendamente preocupado por la situación en nuestra villa, dedicará sus mayores esfuerzos a tal fin y se olvidará de Casado, Ayuso, Ucrania y esas zarandajas. Eso sí, lo primero que ha dicho sobre la guerra de Rusia es que vamos a pagar más cara la luz y los carburantes, por si no estabas bastante asustado con tener una guerra en Europa.
Otro cambio, pero más lejano y más triste: “El Ministerio de la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio en Afganistán declara que una mujer podrá perder su trabajo si no cubre su rostro”. Este tipo de noticias son las que dan sentido a los Ministerios de Igualdad de los distintos países (bastante menos retóricos que el afgano), pero en España la titular está más preocupada por garantizar el aborto a las niñas de 16 años. Lo otro le pilla muy lejos. Como mucho, la veremos en primera línea tras una pancarta el día 8.
A las que posiblemente no veremos (y alguien debería reivindicar su labor), es a las mujeres que cuidan de sus madres y padres cuya edad les ha llevado a situaciones de dependencia. A veces hasta tienen que dejar de trabajar, no porque lo diga aquel Ministerio de la Virtud, sino porque llevan la virtud dentro y viven y se desviven por aquella madre o padre que hicieron lo mismo por ella cuando era pequeña. Mi aplauso para todas las madres y las hijas que se ocupan de ellas.
Rodrigo V.
